domingo, 8 de marzo de 2009
Un sacerdote entrevista al demonio
El Diablo es el mayor maestro de los engaños, es un embustero de incomparable astucia, que no actúa el descubierto, sino en lo escondido; trabaja en la sombra, y siempre considera como inteligentes a quienes no creen en sus artimañas, e incluso niegan su existencia. Así, los primeros en caer en sus redes son precisamente los sabihondos, los llamados "espíritus fuertes", los grandes iluminados de la ciencia de este mundo.
Un exorcista entrevista al Diablo
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
El Autor no está entre los que se avergüenzan de creer en la existencia del Diablo y de su nefasta actividad en el mundo y a veces perjudicando a pobres individuos. Él acepta totalmente la enseñanza de Pablo VI, expuesta en el discurso del 15 de noviembre de 1972.
Además demuestra haber tenido alguna experiencia directa con el Maligno en la práctica real de los exorcismos; añado además que he tenido intercambio de impresiones y de ideas con otros sacerdotes mejor entrenados en la misma experiencia. He leído ciertamente el libro de C. S. Lewis Le Lettere de Berlicche; pero es otra cosa. Sobre todo he tenido presente la apreciable obra de Corrado Balducci Los endemoniados, y además Era de diablo de A.Bohm y otros textos.
En particular parece que el Autor ha profundizado en la famosa meditación de Las dos Banderas, donde el santo de los Ejercicios Espirituales, con una gran eficacia representativa, nos hace ver al jefe de todos los demonios mientras, «en figura horrible», expone a los suyos su programa de acción y la táctica que utiliza para atrapar en sus redes a las almas y a las masas enteras de hombres.
En las páginas que siguen el Autor ha querido ofrecernos simplemente una ligera idea del ser y del comportamiento de este ángel tenebroso que trabaja incansablemente para hacernos daño.
El Diablo es el mayor maestro de los engaños, es un embustero de incomparable astucia, que no actúa el descubierto, sino en lo escondido; trabaja en la sombra, y siempre considera como inteligentes a quienes no creen en sus artimañas, e incluso niegan su existencia. Así, los primeros en caer en sus redes son precisamente los sabihondos, los llamados "espíritus fuertes", los grandes iluminados de la ciencia de este mundo.
«La astucia más perfecta del Demonio, ha escrito Charles Baudelaire, consiste en persuadirnos de que él no existe». Negar, por eso, la existencia y la acción del Maligno es comenzar a asegurarle ya su victoria sobre nosotros.
El Autor, en base a su experiencia, cree que Dios puede tal vez permitir - como en el caso de los exorcismos - que el Maligno sea interlocutor con quien lo exorciza… Este último, con la autoridad de Cristo y de la Iglesia, puede obligar al Maligno a responder a preguntas precisas propuestas a él y a veces, aunque es el padre de la mentira, sacarle algunas verdades... El Autor se sirve de este poder de manera más bien abundante… Si recurre a la fantasía sobre el modo de preparar y de desarrollar los encuentros, con ello no pretende decir que son fantásticas tantas verdades justificadas por la realidad de las cosas. Lo que aquí amenaza, lo va realizando. Del resto: «Para quien cree ninguna explicación es necesaria; mientras para los que no creen ninguna explicación es posible»
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
El Autor no está entre los que se avergüenzan de creer en la existencia del Diablo y de su nefasta actividad en el mundo y a veces perjudicando a pobres individuos. Él acepta totalmente la enseñanza de Pablo VI, expuesta en el discurso del 15 de noviembre de 1972.
Además demuestra haber tenido alguna experiencia directa con el Maligno en la práctica real de los exorcismos; añado además que he tenido intercambio de impresiones y de ideas con otros sacerdotes mejor entrenados en la misma experiencia. He leído ciertamente el libro de C. S. Lewis Le Lettere de Berlicche; pero es otra cosa. Sobre todo he tenido presente la apreciable obra de Corrado Balducci Los endemoniados, y además Era de diablo de A.Bohm y otros textos.
En particular parece que el Autor ha profundizado en la famosa meditación de Las dos Banderas, donde el santo de los Ejercicios Espirituales, con una gran eficacia representativa, nos hace ver al jefe de todos los demonios mientras, «en figura horrible», expone a los suyos su programa de acción y la táctica que utiliza para atrapar en sus redes a las almas y a las masas enteras de hombres.
En las páginas que siguen el Autor ha querido ofrecernos simplemente una ligera idea del ser y del comportamiento de este ángel tenebroso que trabaja incansablemente para hacernos daño.
El Diablo es el mayor maestro de los engaños, es un embustero de incomparable astucia, que no actúa el descubierto, sino en lo escondido; trabaja en la sombra, y siempre considera como inteligentes a quienes no creen en sus artimañas, e incluso niegan su existencia. Así, los primeros en caer en sus redes son precisamente los sabihondos, los llamados "espíritus fuertes", los grandes iluminados de la ciencia de este mundo.
«La astucia más perfecta del Demonio, ha escrito Charles Baudelaire, consiste en persuadirnos de que él no existe». Negar, por eso, la existencia y la acción del Maligno es comenzar a asegurarle ya su victoria sobre nosotros.
El Autor, en base a su experiencia, cree que Dios puede tal vez permitir - como en el caso de los exorcismos - que el Maligno sea interlocutor con quien lo exorciza… Este último, con la autoridad de Cristo y de la Iglesia, puede obligar al Maligno a responder a preguntas precisas propuestas a él y a veces, aunque es el padre de la mentira, sacarle algunas verdades... El Autor se sirve de este poder de manera más bien abundante… Si recurre a la fantasía sobre el modo de preparar y de desarrollar los encuentros, con ello no pretende decir que son fantásticas tantas verdades justificadas por la realidad de las cosas. Lo que aquí amenaza, lo va realizando. Del resto: «Para quien cree ninguna explicación es necesaria; mientras para los que no creen ninguna explicación es posible»
Capítulo 1: Padre Nuestro, líbranos del mal
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 1: Padre Nuestro, líbranos del mal
(Discurso de Pablo VI - 15-XI-1872)
¿Cuáles son hoy las mayores necesidades de la Iglesia? No os parezca simplista, o incluso supersticiosa o irreal, nuestra respuesta: Una de las necesidades mayores es la defensa de ese mal que se llama Demonio.
Antes de aclarar nuestro pensamiento invitamos al vuestro a abrirse a la luz de la fe sobre la visión de la vida humana, visión que desde este observatorio se alarga inmensamente y penetra en singulares profundidades... Y en verdad, el cuadro que estamos invitamos a contemplar con realismo global es muy bello... Es el cuadro de la creación, la obra de Dios, que Dios mismo, como espejo exterior de su sabiduría y de su potencia, admiró en su substancial belleza, (Gen 1,10)
Después es muy interesante el cuadro dramático de la humanidad, de cuya historia emergen la de la redención, la de Cristo, la de nuestra salvación con sus estupendos tesoros de revelación, de profecía, de santidad, de vida elevada a nivel sobrenatural, de promesas eternas", (Ef. 1,10).
Sabiendo mirar este cuadro, no puede uno no permanecer encantado (S. Agustín, Soliloquios): Todo tiene un sentido, todo tiene un fin y todo deja entrever una Presencia-Trascendencia, un Pensamiento, una Vida y finalmente un Amor, por lo que el universo, por lo que es y por lo que no es, se presenta a nosotros como una preparación entusiasmante y gozosa de tantas cosas bellas y todavía más perfectas que esperamos. (1 Co 2,9; 13,12; Rom 8,19-23)
La visión cristiana del cosmos y de la vida es por tanto triunfal mente optimista; esta visión justifica nuestra vida y nuestro reconocimiento de vivir, por lo que nosotros, celebrando la gloria de Dios, cantamos nuestra felicidad (Cf. El Gloria de la Misa)
La enseñanza bíblica
Pero ¿Es completa esta visión? ¿Es exacta? ¿No nos importan nada las deficiencias que hay en el mundo? ¿Las disfunciones del mundo respecto a nuestra existencia? ¿El dolor, la muerte, la maldad, la crueldad, el pecado: en una palabra, el mal? ¿Y no vemos cuánto mal hay en el mundo? ¿Especialmente cuánto mal moral, es decir simultáneamente, si bien diversamente, contra el hombre y contra Dios? ¿No es este triste espectáculo un misterio inexplicable? ¿Y no somos nosotros, precisamente nosotros seguidores del Verbo, los cantores del Bien, nosotros creyentes, los más sensibles, los más turbados por la observación y la experiencia del mal?
Lo encontramos en el reino de la naturaleza, donde tantas manifestaciones suyas nos parece que denuncian un desorden. Después lo encontramos en el ámbito humano donde encontramos la debilidad, la fragilidad, el dolor, la muerte, e incluso cosas peores, una doble ley contrastante, una que quisiera el bien y la otra por el contrario vuelta hacia el mal, tormento que S. Pablo mete en humillante evidencia para demostrar la necesidad y la fortuna de una gracia salvadora, de la salvación traída por Cristo (Rom 7); ya el poeta pagano había denunciado este conflicto interior en el corazón mismo del hombre: "video meliora, proboque, deteriora sequor» (Ovidio Met 7,19)
Encontramos el pecado, perversión de la libertad humana, y causa profunda de la muerte porque es separación de Dios, fuente de la vida, (Rom 5,12), y después, a su vez, ocasión y efecto de una intervención en nosotros y en nuestro mundo de un agente oscuro y enemigo, el Demonio.
El mal no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.
Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rechaza reconocerla como existente: y también quien hace de esto un principio en si mismo, no teniendo él mismo, como toda criatura, origen en Dios; incluso la explica como una seudo-realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras malas obras.
El problema del mal, visto en su complejidad y en su absurdidad respecto a nuestra unilateral racionalidad, se hace obsesión. Ello constituye la dificultad más fuerte para nuestra inteligencia religiosa del cosmos. Por eso S. Agustín sufrió durante años: "Quaerebam unde malum, et non erat exitus", Yo buscaba de donde proviniese el mal y no encontraba explicación (Confesiones VII, 5,7,11, etc. P L. 32, 736, 739).
Aquí vemos la importancia que tiene la advertencia del mal para nuestra correcta comprensión cristiana del mundo, de la vida, de la salvación. Primero en el desarrollo de la historia evangélica al principio de la vida pública: ¿Quién no recuerda la página densísima de significados de la triple tentación de Cristo? Después en tantos otros episodios evangélicos, en los cuales el Demonio cruza los pasos del Señor y figura en sus enseñanzas (Mt 12,43). ¿Y cómo no recordar que Cristo, refiriéndose tres veces al Demonio, como su adversario lo cualifica como «príncipe de este mundo» (Jn 12,31; 14,30; 16,11)?
Y es la incumbencia de esta nefasta presencia es señalada en muchísimos pasos del Nuevo Testamento. S. Pablo lo llama “el dios de este mundo"( II Co 4,4) y nos pone sobre aviso acerca de la lucha contra las tinieblas, que nosotros los cristianos debemos sostener no con un solo Demonio, sino con una temerosa pluralidad: «Revestíos, dice el Apóstol, de la armadura de Dios para poder afrontar las insidias del diablo, porque nuestra lucha no es solamente con sangre y con la carne, sino contra los Principados y las Potestades, contra los dominadores de las tinieblas, contra los espíritus malignos del aire" (Ef. 6,11-12),
Diversas citas evangélicas nos indican que no se trata sólo de un Demonio, sino de muchos (Lc11,21;Mc 5,9), pero uno es el principal: Satanás, que quiere decir El Adversario, el enemigo; y con él muchos, todos criaturas de Dios, pero caídas porque se rebelaron y están condenadas. (Cf. Denz Sch 800-428); todo un mundo misterioso desbaratado por un drama desgraciado, del que conocemos muy poco.
El sembrador oculto de errores
Sin embargo conocemos muchas cosas de este mundo diabólico, que se relacionan con nuestra vida y con toda la historia humana. El Demonio está en el origen de la primera desgracia de la humanidad; él fue el tentador solapado y fatal del primer pecado, el pecado original (Gen 3; Sb 1,24). De aquella caída de Adán, el Demonio adquirió un cierto poder sobre el hombre, del que sólo la redención de Cristo nos puede liberar. Es historia que aún dura; recordemos los exorcismos del bautismo y los frecuentes referencias de la Sagrada Escritura y de la Liturgia a la agresiva y opresora "potestad de las tinieblas" (Lc 22,23; Col 1, 13)
Es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos por eso que éste ser oscuro y perturbador existe verdaderamente, y que con astucia traidora actúa; es el enemigo oculto que siembra errores y desventuras en la historia humana. Recordemos la parábola evangélica reveladora del grano bueno y de la cizaña, síntesis y explicación de la absurdidad que siempre preside nuestras vicisitudes contrastantes: Inimicus homo hoc fecit" (Mt 13,28). Es "el homicida desde el principio... y padre de la mentira", como lo define Cristo (Jn 8,44-45); es el instigador del equilibrio moral del hombre.
Es él el pérfido y astuto encantador, que sabe insinuarse en nosotros, por la vía de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de desordenados contactos sociales en el juego de nuestro obrar, para introducirnos desviaciones, tanto más nocivas cuanto conformes a la apariencia de nuestras estructuras físicas o psíquicas, o de nuestras instintivas y profundas aspiraciones.
Este tema sobre el Demonio y el influjo que él ejercita sobre los individuos, sobre las comunidades, sobre enteras sociedades, sobre acontecimientos es un capitulo muy importante de la Doctrina Católica que se debe estudiar de nuevo, a pesar de que hoy se le da poca importancia.
Algunos piensan encontrar en los estudios sicoanalíticos y psiquiátricos o en experiencias espiritistas - hoy por desgracia demasiado difundidas en algunos países - un planteamiento suficiente. Se teme recaer en viejas teorías maniqueas o en pavorosas divagaciones fantásticas y supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuertes y sin prejuicios, positivistas, excepto en dar su fe a tantas gratuitas posturas mágicas o populares, o peor aún, abrir la propia alma - ¡la propia alma bautizada, visitada tantas veces por la presencia eucarística y habitada por el Espíritu Santo!- a las experiencias licenciosas de los sentidos y a aquellas deletéreas de los estupefacientes, como también a las seducciones ideológicas de los errores de moda, fisuras éstas a través de las cuales el Maligno puede fácilmente penetrar y alterar la mente humana.
No está dicho que todo pecado sea debido directamente a la acción diabólica (S. Th. 1,104,31) pero también es verdad que quien no vigila con cierto rigor sobre si mismo (Mt 12,45; Ef 6,11) se expone al influjo del "Mysterium iniquitatis", al que S. Pablo se refiere (II Ts 2,3-12) y que hace problemática la alternativa de nuestra salvación.
Nuestra doctrina se hace incierta, oscurecida como está por las tinieblas mismas que circundan al Demonio. Pero nuestra curiosidad, excitada por la certeza de su existencia múltiple, se hace legítima con dos preguntas:
¿Cuáles son los signos de la presencia diabólica? y ¿Cuáles son los medios de defensa contra este tan insidioso peligro?
La presencia de la acción del Maligno
La respuesta a la primera pregunta impone mucha cautela, aunque los signos del Maligno parecen tan evidentes (Cf. Tertuliano, Apol 23). Podemos suponer su acción siniestra allí donde la negación de Dios es radical, sutil y absurda, donde la mentira se afirma hipócrita y potente, contra la verdad evidente, donde el amor se ha apagado a causa de un egoísmo frío y cruel, donde el nombre de Cristo es impugnado con odio consciente y rebelde (1 Co 16,22; 12,3), donde el espíritu del Evangelio es adulterado y desmentido, donde la desesperación se afirma como la última palabra, etc. Pero es un diagnóstico muy amplio y difícil, que Nos no nos atrevemos ahora a profundizar y autenticar, no por eso privado de dramático interés, al cual también la literatura moderna ha dedicado páginas famosas (Cf. Las obras de Bernanos, estudiadas por Ch. Moeller Littér du XX siècle,I, Pag 397 ss; P. Macchi Il volto del male di Bernanos: satan; Études Carmélitaines, Desclée de Br. 1948)
El problema del mal aparece como uno de los más grandes y permanentes problemas para el espíritu humano, incluso después de la respuesta victoriosa que nos da Jesucristo: "Nosotros sabemos que hemos nacido de Dios, y que todo el mundo ha sido puesto bajo el Maligno"(I Jn 5,19).
Nuestra defensa
A la otra pregunta: ¿Qué defensa, qué remedio poner a la acción del Demonio? La respuesta es más fácil de formular, pero es difícil llevar a la práctica. Podremos decir: Todo lo que nos defiende del pecado, nos defiende por ello mismo del enemigo invisible. La gracia es la defensa decisiva. La inocencia asume un aspecto de fortaleza y después cada uno recuerda lo que la pedagogía apostólica había simbolizado en la armadura de un soldado, las virtudes que pueden hacer invulnerable al cristiano (Rom l3,12; Ef 6,11.14.17; 1 Ts 5,8). El cristiano debe ser militante, debe ser vigilante y fuerte (I Pe 5,8); y a veces debe recurrir a algún ejercicio ascético especial para alejar ciertas incursiones diabólicas; Jesús así lo enseña indicando el remedio «en la oración y el ayuno" (Mt 9,29 ). El Apóstol sugiere la línea maestra a tener en cuenta: "no os dejéis vencer por el mal, antes bien, vencer al mal con el bien" (Rom 12,21; Mt 13,29).
Con la certeza de las adversidades presentes en las que hoy las almas, la Iglesia, el mundo se encuentran, nosotros buscamos dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra principal oración: «Padre nuestro... líbranos del mal». A todo esto ayuda también nuestra bendición apostólica.
* * *
N.B.
Refiriéndose a otra reflexión hecha por el Papa sobre el diablo, Michele Federico Sciacca, en un artículo publicado el 7-febrero-1975 en el periódico Il Tempo de Roma, con el título Satanás entre nosotros, escribía:
"Mal le fue al Papa Pablo VI hace algún tiempo por haber aludido al diablo en el sentido del Antiguo y del Nuevo testamento. ¡Ábrete, infierno! Fue acusado de retorno al Medioevo, de oscurantismo, de superstición, de ofensa en pleno 1974 a la ciencia y al espíritu científico racionalista y progresista. Pero, en resumidas cuentas, ¿este maldito Satanás vive o no vive? Si se le considera de una parte, siguiendo el Evangelio, como el tentador y el acusador que encarna el mal, entonces dicen que es una tosquedad de oscurantistas creer en su existencia y afirman que no existe; y por otra parte si se le identifica - y Satanás lo repite - con la razón humana rebelde y triunfante, con la que sonriente y operante vive «en la materia que nunca duerme», entonces afirman sibilínamente que es el símbolo sublime de toda gracia verdadera y victoriosa... de aquel ex-Dios. Superstición oscura ésta que procede de la ciencia iluminista, y por tanto sutilmente mundana... De ello se deduce que estas afirmaciones proceden de una mentalidad radicalmente perversa, (Cf. Michele Federico Sciacca, il magnifico oggi. Roma Città Nuova 1976 P. 283 ss)
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 1: Padre Nuestro, líbranos del mal
(Discurso de Pablo VI - 15-XI-1872)
¿Cuáles son hoy las mayores necesidades de la Iglesia? No os parezca simplista, o incluso supersticiosa o irreal, nuestra respuesta: Una de las necesidades mayores es la defensa de ese mal que se llama Demonio.
Antes de aclarar nuestro pensamiento invitamos al vuestro a abrirse a la luz de la fe sobre la visión de la vida humana, visión que desde este observatorio se alarga inmensamente y penetra en singulares profundidades... Y en verdad, el cuadro que estamos invitamos a contemplar con realismo global es muy bello... Es el cuadro de la creación, la obra de Dios, que Dios mismo, como espejo exterior de su sabiduría y de su potencia, admiró en su substancial belleza, (Gen 1,10)
Después es muy interesante el cuadro dramático de la humanidad, de cuya historia emergen la de la redención, la de Cristo, la de nuestra salvación con sus estupendos tesoros de revelación, de profecía, de santidad, de vida elevada a nivel sobrenatural, de promesas eternas", (Ef. 1,10).
Sabiendo mirar este cuadro, no puede uno no permanecer encantado (S. Agustín, Soliloquios): Todo tiene un sentido, todo tiene un fin y todo deja entrever una Presencia-Trascendencia, un Pensamiento, una Vida y finalmente un Amor, por lo que el universo, por lo que es y por lo que no es, se presenta a nosotros como una preparación entusiasmante y gozosa de tantas cosas bellas y todavía más perfectas que esperamos. (1 Co 2,9; 13,12; Rom 8,19-23)
La visión cristiana del cosmos y de la vida es por tanto triunfal mente optimista; esta visión justifica nuestra vida y nuestro reconocimiento de vivir, por lo que nosotros, celebrando la gloria de Dios, cantamos nuestra felicidad (Cf. El Gloria de la Misa)
La enseñanza bíblica
Pero ¿Es completa esta visión? ¿Es exacta? ¿No nos importan nada las deficiencias que hay en el mundo? ¿Las disfunciones del mundo respecto a nuestra existencia? ¿El dolor, la muerte, la maldad, la crueldad, el pecado: en una palabra, el mal? ¿Y no vemos cuánto mal hay en el mundo? ¿Especialmente cuánto mal moral, es decir simultáneamente, si bien diversamente, contra el hombre y contra Dios? ¿No es este triste espectáculo un misterio inexplicable? ¿Y no somos nosotros, precisamente nosotros seguidores del Verbo, los cantores del Bien, nosotros creyentes, los más sensibles, los más turbados por la observación y la experiencia del mal?
Lo encontramos en el reino de la naturaleza, donde tantas manifestaciones suyas nos parece que denuncian un desorden. Después lo encontramos en el ámbito humano donde encontramos la debilidad, la fragilidad, el dolor, la muerte, e incluso cosas peores, una doble ley contrastante, una que quisiera el bien y la otra por el contrario vuelta hacia el mal, tormento que S. Pablo mete en humillante evidencia para demostrar la necesidad y la fortuna de una gracia salvadora, de la salvación traída por Cristo (Rom 7); ya el poeta pagano había denunciado este conflicto interior en el corazón mismo del hombre: "video meliora, proboque, deteriora sequor» (Ovidio Met 7,19)
Encontramos el pecado, perversión de la libertad humana, y causa profunda de la muerte porque es separación de Dios, fuente de la vida, (Rom 5,12), y después, a su vez, ocasión y efecto de una intervención en nosotros y en nuestro mundo de un agente oscuro y enemigo, el Demonio.
El mal no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.
Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien rechaza reconocerla como existente: y también quien hace de esto un principio en si mismo, no teniendo él mismo, como toda criatura, origen en Dios; incluso la explica como una seudo-realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras malas obras.
El problema del mal, visto en su complejidad y en su absurdidad respecto a nuestra unilateral racionalidad, se hace obsesión. Ello constituye la dificultad más fuerte para nuestra inteligencia religiosa del cosmos. Por eso S. Agustín sufrió durante años: "Quaerebam unde malum, et non erat exitus", Yo buscaba de donde proviniese el mal y no encontraba explicación (Confesiones VII, 5,7,11, etc. P L. 32, 736, 739).
Aquí vemos la importancia que tiene la advertencia del mal para nuestra correcta comprensión cristiana del mundo, de la vida, de la salvación. Primero en el desarrollo de la historia evangélica al principio de la vida pública: ¿Quién no recuerda la página densísima de significados de la triple tentación de Cristo? Después en tantos otros episodios evangélicos, en los cuales el Demonio cruza los pasos del Señor y figura en sus enseñanzas (Mt 12,43). ¿Y cómo no recordar que Cristo, refiriéndose tres veces al Demonio, como su adversario lo cualifica como «príncipe de este mundo» (Jn 12,31; 14,30; 16,11)?
Y es la incumbencia de esta nefasta presencia es señalada en muchísimos pasos del Nuevo Testamento. S. Pablo lo llama “el dios de este mundo"( II Co 4,4) y nos pone sobre aviso acerca de la lucha contra las tinieblas, que nosotros los cristianos debemos sostener no con un solo Demonio, sino con una temerosa pluralidad: «Revestíos, dice el Apóstol, de la armadura de Dios para poder afrontar las insidias del diablo, porque nuestra lucha no es solamente con sangre y con la carne, sino contra los Principados y las Potestades, contra los dominadores de las tinieblas, contra los espíritus malignos del aire" (Ef. 6,11-12),
Diversas citas evangélicas nos indican que no se trata sólo de un Demonio, sino de muchos (Lc11,21;Mc 5,9), pero uno es el principal: Satanás, que quiere decir El Adversario, el enemigo; y con él muchos, todos criaturas de Dios, pero caídas porque se rebelaron y están condenadas. (Cf. Denz Sch 800-428); todo un mundo misterioso desbaratado por un drama desgraciado, del que conocemos muy poco.
El sembrador oculto de errores
Sin embargo conocemos muchas cosas de este mundo diabólico, que se relacionan con nuestra vida y con toda la historia humana. El Demonio está en el origen de la primera desgracia de la humanidad; él fue el tentador solapado y fatal del primer pecado, el pecado original (Gen 3; Sb 1,24). De aquella caída de Adán, el Demonio adquirió un cierto poder sobre el hombre, del que sólo la redención de Cristo nos puede liberar. Es historia que aún dura; recordemos los exorcismos del bautismo y los frecuentes referencias de la Sagrada Escritura y de la Liturgia a la agresiva y opresora "potestad de las tinieblas" (Lc 22,23; Col 1, 13)
Es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos por eso que éste ser oscuro y perturbador existe verdaderamente, y que con astucia traidora actúa; es el enemigo oculto que siembra errores y desventuras en la historia humana. Recordemos la parábola evangélica reveladora del grano bueno y de la cizaña, síntesis y explicación de la absurdidad que siempre preside nuestras vicisitudes contrastantes: Inimicus homo hoc fecit" (Mt 13,28). Es "el homicida desde el principio... y padre de la mentira", como lo define Cristo (Jn 8,44-45); es el instigador del equilibrio moral del hombre.
Es él el pérfido y astuto encantador, que sabe insinuarse en nosotros, por la vía de los sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de desordenados contactos sociales en el juego de nuestro obrar, para introducirnos desviaciones, tanto más nocivas cuanto conformes a la apariencia de nuestras estructuras físicas o psíquicas, o de nuestras instintivas y profundas aspiraciones.
Este tema sobre el Demonio y el influjo que él ejercita sobre los individuos, sobre las comunidades, sobre enteras sociedades, sobre acontecimientos es un capitulo muy importante de la Doctrina Católica que se debe estudiar de nuevo, a pesar de que hoy se le da poca importancia.
Algunos piensan encontrar en los estudios sicoanalíticos y psiquiátricos o en experiencias espiritistas - hoy por desgracia demasiado difundidas en algunos países - un planteamiento suficiente. Se teme recaer en viejas teorías maniqueas o en pavorosas divagaciones fantásticas y supersticiosas. Hoy se prefiere mostrarse fuertes y sin prejuicios, positivistas, excepto en dar su fe a tantas gratuitas posturas mágicas o populares, o peor aún, abrir la propia alma - ¡la propia alma bautizada, visitada tantas veces por la presencia eucarística y habitada por el Espíritu Santo!- a las experiencias licenciosas de los sentidos y a aquellas deletéreas de los estupefacientes, como también a las seducciones ideológicas de los errores de moda, fisuras éstas a través de las cuales el Maligno puede fácilmente penetrar y alterar la mente humana.
No está dicho que todo pecado sea debido directamente a la acción diabólica (S. Th. 1,104,31) pero también es verdad que quien no vigila con cierto rigor sobre si mismo (Mt 12,45; Ef 6,11) se expone al influjo del "Mysterium iniquitatis", al que S. Pablo se refiere (II Ts 2,3-12) y que hace problemática la alternativa de nuestra salvación.
Nuestra doctrina se hace incierta, oscurecida como está por las tinieblas mismas que circundan al Demonio. Pero nuestra curiosidad, excitada por la certeza de su existencia múltiple, se hace legítima con dos preguntas:
¿Cuáles son los signos de la presencia diabólica? y ¿Cuáles son los medios de defensa contra este tan insidioso peligro?
La presencia de la acción del Maligno
La respuesta a la primera pregunta impone mucha cautela, aunque los signos del Maligno parecen tan evidentes (Cf. Tertuliano, Apol 23). Podemos suponer su acción siniestra allí donde la negación de Dios es radical, sutil y absurda, donde la mentira se afirma hipócrita y potente, contra la verdad evidente, donde el amor se ha apagado a causa de un egoísmo frío y cruel, donde el nombre de Cristo es impugnado con odio consciente y rebelde (1 Co 16,22; 12,3), donde el espíritu del Evangelio es adulterado y desmentido, donde la desesperación se afirma como la última palabra, etc. Pero es un diagnóstico muy amplio y difícil, que Nos no nos atrevemos ahora a profundizar y autenticar, no por eso privado de dramático interés, al cual también la literatura moderna ha dedicado páginas famosas (Cf. Las obras de Bernanos, estudiadas por Ch. Moeller Littér du XX siècle,I, Pag 397 ss; P. Macchi Il volto del male di Bernanos: satan; Études Carmélitaines, Desclée de Br. 1948)
El problema del mal aparece como uno de los más grandes y permanentes problemas para el espíritu humano, incluso después de la respuesta victoriosa que nos da Jesucristo: "Nosotros sabemos que hemos nacido de Dios, y que todo el mundo ha sido puesto bajo el Maligno"(I Jn 5,19).
Nuestra defensa
A la otra pregunta: ¿Qué defensa, qué remedio poner a la acción del Demonio? La respuesta es más fácil de formular, pero es difícil llevar a la práctica. Podremos decir: Todo lo que nos defiende del pecado, nos defiende por ello mismo del enemigo invisible. La gracia es la defensa decisiva. La inocencia asume un aspecto de fortaleza y después cada uno recuerda lo que la pedagogía apostólica había simbolizado en la armadura de un soldado, las virtudes que pueden hacer invulnerable al cristiano (Rom l3,12; Ef 6,11.14.17; 1 Ts 5,8). El cristiano debe ser militante, debe ser vigilante y fuerte (I Pe 5,8); y a veces debe recurrir a algún ejercicio ascético especial para alejar ciertas incursiones diabólicas; Jesús así lo enseña indicando el remedio «en la oración y el ayuno" (Mt 9,29 ). El Apóstol sugiere la línea maestra a tener en cuenta: "no os dejéis vencer por el mal, antes bien, vencer al mal con el bien" (Rom 12,21; Mt 13,29).
Con la certeza de las adversidades presentes en las que hoy las almas, la Iglesia, el mundo se encuentran, nosotros buscamos dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra principal oración: «Padre nuestro... líbranos del mal». A todo esto ayuda también nuestra bendición apostólica.
* * *
N.B.
Refiriéndose a otra reflexión hecha por el Papa sobre el diablo, Michele Federico Sciacca, en un artículo publicado el 7-febrero-1975 en el periódico Il Tempo de Roma, con el título Satanás entre nosotros, escribía:
"Mal le fue al Papa Pablo VI hace algún tiempo por haber aludido al diablo en el sentido del Antiguo y del Nuevo testamento. ¡Ábrete, infierno! Fue acusado de retorno al Medioevo, de oscurantismo, de superstición, de ofensa en pleno 1974 a la ciencia y al espíritu científico racionalista y progresista. Pero, en resumidas cuentas, ¿este maldito Satanás vive o no vive? Si se le considera de una parte, siguiendo el Evangelio, como el tentador y el acusador que encarna el mal, entonces dicen que es una tosquedad de oscurantistas creer en su existencia y afirman que no existe; y por otra parte si se le identifica - y Satanás lo repite - con la razón humana rebelde y triunfante, con la que sonriente y operante vive «en la materia que nunca duerme», entonces afirman sibilínamente que es el símbolo sublime de toda gracia verdadera y victoriosa... de aquel ex-Dios. Superstición oscura ésta que procede de la ciencia iluminista, y por tanto sutilmente mundana... De ello se deduce que estas afirmaciones proceden de una mentalidad radicalmente perversa, (Cf. Michele Federico Sciacca, il magnifico oggi. Roma Città Nuova 1976 P. 283 ss)
Capítulo 2: A brazo partido con el Maligno
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 2: A brazo partido con el Maligno
La idea de este escrito me vino de improviso en una tarde de agosto del pasado año de gracia y de desgracias 1974.
Fue así: Desde hace dos meses, quizás antes, casi todos los días, a las tres de la tarde en punto, el Segundo Canal de la RAI emitía una programa titulado Entrevistas imposibles.
Se trataba de encuentros entre literatos, periodistas y estudiosos de cultura variada con hombres de¡ pasado: Con personajes del pensamiento, del arte, de la política introducidos bien o mal en la historia, con nombre más o menos famosos,
El programa era original y, si bien coincidiese con la hora de la siesta, me puse a seguirlo con asidua curiosidad.
Eran encuentros - decía - de hombres de hoy con otros de ayer para interrogarles, como si fuesen, por no se qué clase de truco mediático, momentáneamente revividos, y hacerles hablar y dar explicaciones de algunos de sus actos y confesar sus intenciones secretas, ya obligados a responder a las preguntas, ya puestos en la necesidad de justificarse de las cosas mal hechas de algún histórico.
El personaje entrevistado normalmente aparecía fielmente centrado en el ambiente de su tiempo. Las respuestas se referían a la vida y al pensamiento que le caracterizaron. Y cuando los entrevistadores eran muy inteligentes - no siempre - en poco más de un cuarto de hora nos daban buenas pruebas de habilidad mental con esbozos de retratos histórico-psicológicos de una feliz y muy vivaz finura.
Uno tras de otro venían interpelados, sin ningún orden cronológico, Atila, Marat, Casanova, Marco Polo, Pitágoras, Copérnico, Bruto, Diderot, Swift, Marco Aurelio, Pilatos, Cleopatra, la Beatrice de Dante, etc., aunque ésta villanamente desfigurada.
Entre una y otra audición me vino a la mente una observación muy extravagante:
“¡Falta una entrevista con Satanás!... Sería interesante. No obstante, hoy, con la habilidad que ha logrado tal maestro para no hacernos creer en él..."
El calor de aquella tarde era sofocante y me estiré sobre una silla para recuperarme un poco del sueño.
* * *
La mañana siguiente, apenas me despierto: "i Claro que una entrevista con Satanás, o mejor con el Maligno, sería fantástico! Qué importa que tantos no crean en él. Y recordé el planteamiento hecho por el Papa en uno de sus discursos del miércoles. Una fantasía bien presentada por lo menos lograría llamar la atención sobre tal sujeto. Quizás también a quitar el sueño a más de uno".
No pensé en ello durante cierto tiempo. Pero la idea se presentaba intermitentemente y a veces con extrañas líneas de algo factible. Si podría, por ejemplo, decir esto... presentar así un episodio... introducir este o aquel otro aspecto... Poco a poco se hizo un poco mi sufrimiento.
Una entrevista con el Maligno. No pensaba precisamente meterme en ella. /eamos entonces a quien confiarla. Comencé entre mí a dar nombres. Puse en mente a varios. Mientras pensaba en ello, uno tras otro iba descartando.
Meterse a dialogar con el diablo, aunque sólo sea sobre el plano de la fantasía, no es cosa fácil. Ninguno aceptaría una idea tan bizarra, y sobre todo, fuera de tiempo: ¡Cosa de la Edad Media!
Entre tanto, lo extraño era esto: cuando pensaba tomar en serio esta idea, sentía mi ánimo abrirse a la serenidad y a cosa interesante. Por el contrario cuando me proponía no hacer nada, me sentía inquieto y caía en un extraño nerviosismo. Había en mí algo que echar fuera, como una liberación.
En mi vida fue la primera vez que tuve la sospecha de tener necesidad de un neurólogo.
Una tarde fui, como obligado por no sé qué, a una iglesia, donde es venerada una Virgen muy querida por el pueblo romano, y la encontré, como cosa rara, muy llena de gente.
Sucedió algo increíble. Apenas pasada la puerta, se me acercó una muchacha de mediana edad, de baja estatura, con dos ojos luminosísimos y dulces, y de improviso me dijo: "¿Cuándo se decide a escribir aquellas cosas?..." Y me miraba con insistencia.
“¿Escribir? ¿Qué cosas?”
“Anda ya, lo sabe mejor que yo".
Pero Ud. ¿quién es?»
“¿Qué interesa decirle quien soy? Vaya a ver a Aquella - e indicó el cuadro de la Virgen - Vaya a oír qué quiere Ella decirle."
Un numeroso y compacto grupo de turistas invadió en aquel momento la entrada. La muchacha fue envuelta en la confusión y la perdí de vista
¡Qué cosa tan extraña! ¿Una alucinación o un aviso del cielo? Me sentí perdido y ridículo, sobre todo ridículo.
Encontrado un puesto adecuado, antes de ponerme a los pies de la Virgen para rezarla, aquel embarazo mío interno me desapareció como si nada. Sin volver a pensar al sufrimiento que me molestaba, experimenté dentro de mí como un empujón dulcísimo y firme a recogerme en el argumento para empezar a hacer cualquier cosa.
Mirando a la querida imagen, no me atreví a pedirla nada sobre esto, pues ya advertía en mí una promesa de asistencia materna.
"Está bien, dije saliendo. Me embarcaré en este asuntazo. Yo mismo escribiré esta extrañísima entrevista. Me saldrá algo que me cubrirá sobre todo de ridículo. Pero me habré quitado una idea fastidiosa de la cabeza"
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 2: A brazo partido con el Maligno
La idea de este escrito me vino de improviso en una tarde de agosto del pasado año de gracia y de desgracias 1974.
Fue así: Desde hace dos meses, quizás antes, casi todos los días, a las tres de la tarde en punto, el Segundo Canal de la RAI emitía una programa titulado Entrevistas imposibles.
Se trataba de encuentros entre literatos, periodistas y estudiosos de cultura variada con hombres de¡ pasado: Con personajes del pensamiento, del arte, de la política introducidos bien o mal en la historia, con nombre más o menos famosos,
El programa era original y, si bien coincidiese con la hora de la siesta, me puse a seguirlo con asidua curiosidad.
Eran encuentros - decía - de hombres de hoy con otros de ayer para interrogarles, como si fuesen, por no se qué clase de truco mediático, momentáneamente revividos, y hacerles hablar y dar explicaciones de algunos de sus actos y confesar sus intenciones secretas, ya obligados a responder a las preguntas, ya puestos en la necesidad de justificarse de las cosas mal hechas de algún histórico.
El personaje entrevistado normalmente aparecía fielmente centrado en el ambiente de su tiempo. Las respuestas se referían a la vida y al pensamiento que le caracterizaron. Y cuando los entrevistadores eran muy inteligentes - no siempre - en poco más de un cuarto de hora nos daban buenas pruebas de habilidad mental con esbozos de retratos histórico-psicológicos de una feliz y muy vivaz finura.
Uno tras de otro venían interpelados, sin ningún orden cronológico, Atila, Marat, Casanova, Marco Polo, Pitágoras, Copérnico, Bruto, Diderot, Swift, Marco Aurelio, Pilatos, Cleopatra, la Beatrice de Dante, etc., aunque ésta villanamente desfigurada.
Entre una y otra audición me vino a la mente una observación muy extravagante:
“¡Falta una entrevista con Satanás!... Sería interesante. No obstante, hoy, con la habilidad que ha logrado tal maestro para no hacernos creer en él..."
El calor de aquella tarde era sofocante y me estiré sobre una silla para recuperarme un poco del sueño.
* * *
La mañana siguiente, apenas me despierto: "i Claro que una entrevista con Satanás, o mejor con el Maligno, sería fantástico! Qué importa que tantos no crean en él. Y recordé el planteamiento hecho por el Papa en uno de sus discursos del miércoles. Una fantasía bien presentada por lo menos lograría llamar la atención sobre tal sujeto. Quizás también a quitar el sueño a más de uno".
No pensé en ello durante cierto tiempo. Pero la idea se presentaba intermitentemente y a veces con extrañas líneas de algo factible. Si podría, por ejemplo, decir esto... presentar así un episodio... introducir este o aquel otro aspecto... Poco a poco se hizo un poco mi sufrimiento.
Una entrevista con el Maligno. No pensaba precisamente meterme en ella. /eamos entonces a quien confiarla. Comencé entre mí a dar nombres. Puse en mente a varios. Mientras pensaba en ello, uno tras otro iba descartando.
Meterse a dialogar con el diablo, aunque sólo sea sobre el plano de la fantasía, no es cosa fácil. Ninguno aceptaría una idea tan bizarra, y sobre todo, fuera de tiempo: ¡Cosa de la Edad Media!
Entre tanto, lo extraño era esto: cuando pensaba tomar en serio esta idea, sentía mi ánimo abrirse a la serenidad y a cosa interesante. Por el contrario cuando me proponía no hacer nada, me sentía inquieto y caía en un extraño nerviosismo. Había en mí algo que echar fuera, como una liberación.
En mi vida fue la primera vez que tuve la sospecha de tener necesidad de un neurólogo.
Una tarde fui, como obligado por no sé qué, a una iglesia, donde es venerada una Virgen muy querida por el pueblo romano, y la encontré, como cosa rara, muy llena de gente.
Sucedió algo increíble. Apenas pasada la puerta, se me acercó una muchacha de mediana edad, de baja estatura, con dos ojos luminosísimos y dulces, y de improviso me dijo: "¿Cuándo se decide a escribir aquellas cosas?..." Y me miraba con insistencia.
“¿Escribir? ¿Qué cosas?”
“Anda ya, lo sabe mejor que yo".
Pero Ud. ¿quién es?»
“¿Qué interesa decirle quien soy? Vaya a ver a Aquella - e indicó el cuadro de la Virgen - Vaya a oír qué quiere Ella decirle."
Un numeroso y compacto grupo de turistas invadió en aquel momento la entrada. La muchacha fue envuelta en la confusión y la perdí de vista
¡Qué cosa tan extraña! ¿Una alucinación o un aviso del cielo? Me sentí perdido y ridículo, sobre todo ridículo.
Encontrado un puesto adecuado, antes de ponerme a los pies de la Virgen para rezarla, aquel embarazo mío interno me desapareció como si nada. Sin volver a pensar al sufrimiento que me molestaba, experimenté dentro de mí como un empujón dulcísimo y firme a recogerme en el argumento para empezar a hacer cualquier cosa.
Mirando a la querida imagen, no me atreví a pedirla nada sobre esto, pues ya advertía en mí una promesa de asistencia materna.
"Está bien, dije saliendo. Me embarcaré en este asuntazo. Yo mismo escribiré esta extrañísima entrevista. Me saldrá algo que me cubrirá sobre todo de ridículo. Pero me habré quitado una idea fastidiosa de la cabeza"
Capítulo 3: Primer encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 3: Primer encuentro
Aquella misma tarde, después de una cena más bien rápida y desganada, me retiré a mi cuarto a despachar un poco de correspondencia.
Después de media hora me puse a recitar la última parte de la "Liturgia de las horas». Hice devotamente la señal de la Cruz y comencé:
´Jesús, luz de luz, - sol sin ocaso, -tu iluminas las tinieblas, - en la noche del mundo,- En Ti, Santo Señor - buscamos descanso- de la fatiga humana, - al fin del día"...
Noté esta vez, que cuanto más iba adelante, más crecía en mi el deseo de retrasar aquella oración habitual. Sentidos y gustos nuevos fluían de aquellas palabras antiguas y simples.
Al final, besé el breviario y lo puse aparte. ¿Y ahora qué hago? Algunas veces apunto notas rapidísimas en mi diario; intenté hacerlo pero pronto se me pasaron las ganas.
Volteándome, mi mirada se encontró con la imagen de la Virgen, ante la cual aquella tarde había ido a orar. Tuve deseos de entretenerme con Ella y, cogido el rosario del bolsillo, me hice la señal de la cruz. Las Ave María me venían dulcísimas como una íntima toma de contacto con Ella. No había terminado aún la primera decena, y ya me encontraba sentado y con la pluma en la mano.¿Cosa extraña? ¿Para hacer qué? Un bloque de papel estaba allí sobre la mesa: ¿Comenzar a escribir algo sobre aquella diablura? No pensaba en esto en absoluto. No tenía nada concreto en mi cabeza y la fantasía no parecía ayudarme.
Para hacer cualquier cosa, tomé el bloque de papel y escribí en lo alto: «Entrevista con Satanás". ¿No? corregí. Mejor decir: «con el Maligno". Este segundo apelativo es menos común y de un sentido más inmediato. Y permanecí con la pluma en el aire.
En aquel mismo instante advertí a lo largo de la columna vertebral una imprevista sacudida de frío que inmediatamente me envolvió todo entero.
Al lado de la escribanía, a la izquierda, la ventana estaba completamente abierta, instintivamente me levanté para cerrarla. Advertí sin embargo que de fuera venía un aire caliente. Era la tarde de una jornada calurosa de septiembre.
Mientras me tocaba las mejillas, la frente, mirando si tenía síntomas de fiebre, una hoja más bien fría me atravesó y tuve un extraño asalto de miedo. Me senté, permanecí un rato sobre mí mismo, después intenté acostarme en la cama. No logré moverme. Me sentía clavado a la escribanía, no porque alguien me hiciese violencia desde fuera, sino por un sentido de inercia total: una especie de pegamento.
Invoqué mentalmente a la Virgen que me miraba a unos metros de distancia de la pared y tuve una caricia imprevista de paz.
Mientras en mi interior daba gracias a la Madre Celestial, la silla, la escribanía, casi toda la habitación sufrieron un sobresalto misterioso.
"Has pedido entrevistarme, aquí estoy”
Era una voz lóbrega, áspera, metálica. Una voz que no supe precisar de qué punto venía, pero que desencadenó en mí un largo y muy fuerte escalofrío de miedo. Permanecí algunos minutos sin respiración, después tomé fuerzas.
“Pero ¿quién eres tú?".
“No seas estúpido, ¡soy yo!"
No había pensado nunca de poder pasar con mi entrevista del plano de la fantasía al de un tú a tú con el Maligno.
En un ángulo de la escribanía había un rosario e instintivamente lo cogí como si fuese un arma de defensa,
"iTira fuera esa tontería, si quieres hablar conmigo!”
“¿Tontería?..."
"iExcrementos de cabra colocados juntos!”
¡Si para ti es una tontería, yo lo beso y para tu desprecio lo enrollo entorno a mi muñeca, como defensa. Veo que te da miedo, bellaco!
¡Eso para mí es una guillotina!..
“¡Mejor aún, y gracias por habérmelo dicho!”
He intentado muchas veces explicarme cómo percibí aquella voz tan cercana, que no venía de ningún punto preciso de la habitación ni salía de mi interior. Sin embargo, lo comprendía claramente, siempre en un tono amenazador y desdeñoso y cargado de una rabia especial.
“¿Cómo es que has venido? ¿Quién te envía?”
"He sido obligado".
“¿Por quién ?” Siguió un silencio tenso.
“Vamos ¿obligado por quien?”
“¡Por aquella!”
“Gritó esta respuesta con un desprecio y con un odio indescriptibles."
“¿Quién es ella?" Sin embargo, había comprendido.
“¡No diré jamás su nombre!´
«¿Te quema tanto?«
"¡La odio infinitamente!",
“Porque es la criatura más alta y más santa…”
Masticándose las palabras con rabia: "¡Él la ha querido así para mi desprecio, para que fuese mi más aplastante humillación!”
Permanecí atolondrado. “¿Cómo es posible? ¿Eres el padre de la mentira y dices una verdad tan grande? ¿No te das cuenta que ésta es una alabanza inmensa?”
Mi pregunta quedó sin respuesta. Por esta vez esto fue todo.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 3: Primer encuentro
Aquella misma tarde, después de una cena más bien rápida y desganada, me retiré a mi cuarto a despachar un poco de correspondencia.
Después de media hora me puse a recitar la última parte de la "Liturgia de las horas». Hice devotamente la señal de la Cruz y comencé:
´Jesús, luz de luz, - sol sin ocaso, -tu iluminas las tinieblas, - en la noche del mundo,- En Ti, Santo Señor - buscamos descanso- de la fatiga humana, - al fin del día"...
Noté esta vez, que cuanto más iba adelante, más crecía en mi el deseo de retrasar aquella oración habitual. Sentidos y gustos nuevos fluían de aquellas palabras antiguas y simples.
Al final, besé el breviario y lo puse aparte. ¿Y ahora qué hago? Algunas veces apunto notas rapidísimas en mi diario; intenté hacerlo pero pronto se me pasaron las ganas.
Volteándome, mi mirada se encontró con la imagen de la Virgen, ante la cual aquella tarde había ido a orar. Tuve deseos de entretenerme con Ella y, cogido el rosario del bolsillo, me hice la señal de la cruz. Las Ave María me venían dulcísimas como una íntima toma de contacto con Ella. No había terminado aún la primera decena, y ya me encontraba sentado y con la pluma en la mano.¿Cosa extraña? ¿Para hacer qué? Un bloque de papel estaba allí sobre la mesa: ¿Comenzar a escribir algo sobre aquella diablura? No pensaba en esto en absoluto. No tenía nada concreto en mi cabeza y la fantasía no parecía ayudarme.
Para hacer cualquier cosa, tomé el bloque de papel y escribí en lo alto: «Entrevista con Satanás". ¿No? corregí. Mejor decir: «con el Maligno". Este segundo apelativo es menos común y de un sentido más inmediato. Y permanecí con la pluma en el aire.
En aquel mismo instante advertí a lo largo de la columna vertebral una imprevista sacudida de frío que inmediatamente me envolvió todo entero.
Al lado de la escribanía, a la izquierda, la ventana estaba completamente abierta, instintivamente me levanté para cerrarla. Advertí sin embargo que de fuera venía un aire caliente. Era la tarde de una jornada calurosa de septiembre.
Mientras me tocaba las mejillas, la frente, mirando si tenía síntomas de fiebre, una hoja más bien fría me atravesó y tuve un extraño asalto de miedo. Me senté, permanecí un rato sobre mí mismo, después intenté acostarme en la cama. No logré moverme. Me sentía clavado a la escribanía, no porque alguien me hiciese violencia desde fuera, sino por un sentido de inercia total: una especie de pegamento.
Invoqué mentalmente a la Virgen que me miraba a unos metros de distancia de la pared y tuve una caricia imprevista de paz.
Mientras en mi interior daba gracias a la Madre Celestial, la silla, la escribanía, casi toda la habitación sufrieron un sobresalto misterioso.
"Has pedido entrevistarme, aquí estoy”
Era una voz lóbrega, áspera, metálica. Una voz que no supe precisar de qué punto venía, pero que desencadenó en mí un largo y muy fuerte escalofrío de miedo. Permanecí algunos minutos sin respiración, después tomé fuerzas.
“Pero ¿quién eres tú?".
“No seas estúpido, ¡soy yo!"
No había pensado nunca de poder pasar con mi entrevista del plano de la fantasía al de un tú a tú con el Maligno.
En un ángulo de la escribanía había un rosario e instintivamente lo cogí como si fuese un arma de defensa,
"iTira fuera esa tontería, si quieres hablar conmigo!”
“¿Tontería?..."
"iExcrementos de cabra colocados juntos!”
¡Si para ti es una tontería, yo lo beso y para tu desprecio lo enrollo entorno a mi muñeca, como defensa. Veo que te da miedo, bellaco!
¡Eso para mí es una guillotina!..
“¡Mejor aún, y gracias por habérmelo dicho!”
He intentado muchas veces explicarme cómo percibí aquella voz tan cercana, que no venía de ningún punto preciso de la habitación ni salía de mi interior. Sin embargo, lo comprendía claramente, siempre en un tono amenazador y desdeñoso y cargado de una rabia especial.
“¿Cómo es que has venido? ¿Quién te envía?”
"He sido obligado".
“¿Por quién ?” Siguió un silencio tenso.
“Vamos ¿obligado por quien?”
“¡Por aquella!”
“Gritó esta respuesta con un desprecio y con un odio indescriptibles."
“¿Quién es ella?" Sin embargo, había comprendido.
“¡No diré jamás su nombre!´
«¿Te quema tanto?«
"¡La odio infinitamente!",
“Porque es la criatura más alta y más santa…”
Masticándose las palabras con rabia: "¡Él la ha querido así para mi desprecio, para que fuese mi más aplastante humillación!”
Permanecí atolondrado. “¿Cómo es posible? ¿Eres el padre de la mentira y dices una verdad tan grande? ¿No te das cuenta que ésta es una alabanza inmensa?”
Mi pregunta quedó sin respuesta. Por esta vez esto fue todo.
Capítulo 4: Segundo encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 4: Segundo encuentro
Pasaron algunos días sin que sucediese nada nuevo. No sabía qué pensar. No tenía la valentía de invocar la vuelta de un tan singular interlocutor. Aquel primer encuentro había dejado en suspenso más de una pregunta. Pero fue cortado en lo mejor. Aquella última respuesta, sin embargo, tan inesperada, me dejó una alegría grande.
Una mañana, apenas había terminado de celebrar la Misa, tuve un deseo insólito de ir rápidamente a casa. Mi empujaba el extraño indicio de algo no acostumbrado.
«Aquel mensajero debe estar ya aquí, pensé. Correcto, he aquí los acostumbrados escalofríos de frió helado. No me había equivocado.
Me senté, invoqué mentalmente a la Virgen y esperé.
"Estoy aquí. ¿Qué más quieres preguntarme?".
Parece que aquel ser tenebroso hubiese sido puesto a mi dispo-sición.
“Antes que nada, debo agradecerte el alto elogio que la última vez hiciste a la Virgen. Me impresionó mucho tu respuesta. Y todavía no logro explicarme como se te haya podido escapar”.
“Es ella que me obliga a hablar así, ¿lo quieres comprender? Ella me obliga. Lo hace para contentarte y para humillarme. Pero tú,- recuérdalo - me las pagarás. Tú no lograrás comprender jamás qué tortura es para mí tenerla que obedecer obligándome a decir ciertas verdades. Yo odio la verdad, porque la verdad es Él, ¿comprendes? Tu permaneces horrorizado ante los tormentos a los que tantos subalternos míos someten a sus condenados políticos, recurriendo a la píldora de la verdad, al lavado de cerebro - todos son inventos míos, para que lo sepas - para llevarles a la autocrítica y a sacarles sus confesiones preestablecidas. Peor es el suplicio al que soy sometido por aquella para llevarme a escupirte en la cara ciertas verdades. Por eso, te repito que me las pagarás”.
"Gracias también por esto que me dices; pero si Ella está conmigo, tú no me das miedo”.
“Te he dicho que me las pagarás".
"De acuerdo. Pero continúa hablándome de Ella".
"Es mi más implacable enemiga".
“Lo creo: Es la Mujer destinada a darnos a Jesús, nuestro Redentor, el reparador de todas tus maldades, especialmente por habernos regalado el pecado y la muerte. Y Ella, por virtud de su Hijo, para tu humillación, ha vencido todo esto".
Un largo silencio de espera.
“Comprendo que no tengas mucho deseo de hablar de María. Eres infinitamente soberbio y el recuerdo de Ella es demasiado humillante para ti. Dijiste bien, es tu humillación más grande. Pero, en nombre de Ella, responde. ¿Creíste haber obtenido una victoria plena arrebatándonos a nuestra madre Eva? ¿Ni siquiera sospechaste que Dios te habría vencido con María? Una Madre infinitamente más grande que la que nos arrebataste y con la cual nos mandaste a la ruina. Dios nos ha dado a María y la ha hecho Madre suya".
"¿Pero por qué te obstinas tanto en hablarme de aquella? íDéjalo ya!”
«Precisamente porque te fastidia tanto...”
“Es una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en mi camino, a suscitar fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré sobre ella victorias jamás vistas...”
"¡Efímeras como las demás!”
* * *
Aún un breve silencio. “¡No serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores, Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
«De este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi tiempo. íDefinitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
* * *
Parecía que se hubiese marchado. Pero estaba allí, quizás en espera de mi reacción.
“Lo sé: Has logrado reunir en torno de tantas verdades del Credo una polvareda irrespirable llena de confusión. Crees suprimir el sol sólo porque los has escondido detrás de cúmulos de nubes. Pero todo esto pasará. Bastará un soplo del Omnipotente para desbaratar todo lo que estás construyendo. Un soplo solo y Dios, en su Providencia, también de nuevo sacará bien del mal, Incluso de estas confusiones sabrá hacer brillar más espléndida la verdad”.
"No te hagas ilusiones".
"Sé que no me engaño. La fe me lo dice. Ni tú mismo, eterno mentiroso, crees en esta victoria final.
Tú te agitas porque sabes que Dios tiene medido el tiempo en el que, para sus designios, te deja exagerar. Tú sabes que el más poderoso es Él. Él tiene delante de Si la eternidad. En un instante te arrebatará de la mano tus victorias momentáneas. Eres el eterno fanfarrón ridículo. Te crees omnipotente, mejor aún quieres hacértelo creer a ti mismo, pero basta un signo de la cruz para ponerte en fuga, basta un poco de agua bendita para paralizar tu omnipotencia. La parábola del grano y de la cizaña ha sido dicha sobre todo para ti. Eres simplemente ridículo en tus bravuconadas. Eres un pobre perro atado a tu cadena. Tú no puedes nada más de lo que te permite Dios. Te lo permite para probar a sus elegidos en el tiempo, y derrotarle para toda la eternidad”.
“¡Qué elocuente eres! Has hecho una bella predicación para los papagayos de la parroquia. Tu reúnes palabras, yo cuento hechos".
“Te estoy solamente descubriendo tu mentira. Tu historia concluirá como empezó. Tienes la estúpida presunción de creerte semejante a Dios. Te rebelaste y Dios en aquel mismo instante, con un soplo te precipitó a ti y a los tuyos en los abismos infernales. Bastó un movimiento de su voluntad para fulminaros a todos, para transformaros de ángeles en horribles demonios".
“Todavía un trozo de predicación”.
"Sabes bien que no es predicación. Es un hecho tremendo. Como tremendo es el infierno en el que te precipitaste... A propósito: ¿Qué es el infierno?..."
Un silencio pesado como una pesadilla.
“En nombre de Ella, responde, háblame del infierno".
“Imposible decírtelo".
“Prueba”.
“Ni siquiera ella misma, en Fátima, supo explicarlo”.
”¿Cómo? ¡Aquellos pobres niños por poco no murieron de espanto!
"¿Y qué vieron... el infierno es bien distinto... Conténtate con esto”.
* * *
También esta vez tuve la sospecha de que se hubiese ido. De manera extraña me advirtió de que se encontraba allí.
“¡Desgraciado! Eras un ángel. Dios te creó riquísimo de dones y de bellezas divinas. Tenías la inteligencia de los espíritus elegidos. Es inconcebible cómo tú y los tuyos habéis podido atreveros a un tan estúpido pecado de rebelión. ¿Como intentar apropiarse de lo que no era vuestro? ¡Responde!”.
“Porque quiso someternos a una prueba infinitamente humillante para nosotros, espíritus altísimos. Una prueba inimaginable, digna sólo de una revuelta”.
“¿Qué prueba?"
De nuevo un silencio cargado de misterio. "Vamos, en el nombre de Ella que te ha obligado a venir, responde. ¿Qué prueba?".
"Nos impuso un obsequio muy humillante e inaceptable. Nos puso frente al diseño de la creación del mundo material, de todo el cosmos, por encima del cual os creó también a vosotros los hombres con el propósito de elevaros a la misma dignidad a la que nos había elevado a nosotros, y para colmo de todo, lo que hizo desencadenar nuestra revuelta… nos puso delante de la encamación del Hijo, hecho hombre, revestido de una naturaleza inferior a la nuestra, y nos impuso adorarle. Nuestra inteligencia se pasmó. Millones de ángeles se sometieron vilmente a Él. Muchísimos de nosotros lo vimos como una afrenta a nuestra dignidad y nos rebelamos. El castigo explotó de inmediato. Nosotros no queremos aceptar nuestra condición de criaturas, de tener necesidad de Él, de estar sometidos a Él. Nos creímos autosuficientes - y lo éramos - de nosotros mismos... En aquel rechazo nuestro gesto es de revuelta... Y en un momento nos encontramos como somos. Su condena fue sin apelación". Tampoco nos hubiéramos sometido a su voluntad.
“¿Y no era un pecado gravísimo de rebeldía?”
Un «Nooo…” lóbrego, largo, cavernoso, de helar la sangre, resonó un buen tiempo en la lejanía. Comprendí que había desaparecido, dejándose atrás un fracaso que parece el estrépito de un alud. Todo lo que era firme tembló. Salí al corredor mirando si alguien se hubiese percatado de algo. Nada. No vi a nadie.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 4: Segundo encuentro
Pasaron algunos días sin que sucediese nada nuevo. No sabía qué pensar. No tenía la valentía de invocar la vuelta de un tan singular interlocutor. Aquel primer encuentro había dejado en suspenso más de una pregunta. Pero fue cortado en lo mejor. Aquella última respuesta, sin embargo, tan inesperada, me dejó una alegría grande.
Una mañana, apenas había terminado de celebrar la Misa, tuve un deseo insólito de ir rápidamente a casa. Mi empujaba el extraño indicio de algo no acostumbrado.
«Aquel mensajero debe estar ya aquí, pensé. Correcto, he aquí los acostumbrados escalofríos de frió helado. No me había equivocado.
Me senté, invoqué mentalmente a la Virgen y esperé.
"Estoy aquí. ¿Qué más quieres preguntarme?".
Parece que aquel ser tenebroso hubiese sido puesto a mi dispo-sición.
“Antes que nada, debo agradecerte el alto elogio que la última vez hiciste a la Virgen. Me impresionó mucho tu respuesta. Y todavía no logro explicarme como se te haya podido escapar”.
“Es ella que me obliga a hablar así, ¿lo quieres comprender? Ella me obliga. Lo hace para contentarte y para humillarme. Pero tú,- recuérdalo - me las pagarás. Tú no lograrás comprender jamás qué tortura es para mí tenerla que obedecer obligándome a decir ciertas verdades. Yo odio la verdad, porque la verdad es Él, ¿comprendes? Tu permaneces horrorizado ante los tormentos a los que tantos subalternos míos someten a sus condenados políticos, recurriendo a la píldora de la verdad, al lavado de cerebro - todos son inventos míos, para que lo sepas - para llevarles a la autocrítica y a sacarles sus confesiones preestablecidas. Peor es el suplicio al que soy sometido por aquella para llevarme a escupirte en la cara ciertas verdades. Por eso, te repito que me las pagarás”.
"Gracias también por esto que me dices; pero si Ella está conmigo, tú no me das miedo”.
“Te he dicho que me las pagarás".
"De acuerdo. Pero continúa hablándome de Ella".
"Es mi más implacable enemiga".
“Lo creo: Es la Mujer destinada a darnos a Jesús, nuestro Redentor, el reparador de todas tus maldades, especialmente por habernos regalado el pecado y la muerte. Y Ella, por virtud de su Hijo, para tu humillación, ha vencido todo esto".
Un largo silencio de espera.
“Comprendo que no tengas mucho deseo de hablar de María. Eres infinitamente soberbio y el recuerdo de Ella es demasiado humillante para ti. Dijiste bien, es tu humillación más grande. Pero, en nombre de Ella, responde. ¿Creíste haber obtenido una victoria plena arrebatándonos a nuestra madre Eva? ¿Ni siquiera sospechaste que Dios te habría vencido con María? Una Madre infinitamente más grande que la que nos arrebataste y con la cual nos mandaste a la ruina. Dios nos ha dado a María y la ha hecho Madre suya".
"¿Pero por qué te obstinas tanto en hablarme de aquella? íDéjalo ya!”
«Precisamente porque te fastidia tanto...”
“Es una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en mi camino, a suscitar fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré sobre ella victorias jamás vistas...”
"¡Efímeras como las demás!”
* * *
Aún un breve silencio. “¡No serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores, Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
«De este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi tiempo. íDefinitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
* * *
Parecía que se hubiese marchado. Pero estaba allí, quizás en espera de mi reacción.
“Lo sé: Has logrado reunir en torno de tantas verdades del Credo una polvareda irrespirable llena de confusión. Crees suprimir el sol sólo porque los has escondido detrás de cúmulos de nubes. Pero todo esto pasará. Bastará un soplo del Omnipotente para desbaratar todo lo que estás construyendo. Un soplo solo y Dios, en su Providencia, también de nuevo sacará bien del mal, Incluso de estas confusiones sabrá hacer brillar más espléndida la verdad”.
"No te hagas ilusiones".
"Sé que no me engaño. La fe me lo dice. Ni tú mismo, eterno mentiroso, crees en esta victoria final.
Tú te agitas porque sabes que Dios tiene medido el tiempo en el que, para sus designios, te deja exagerar. Tú sabes que el más poderoso es Él. Él tiene delante de Si la eternidad. En un instante te arrebatará de la mano tus victorias momentáneas. Eres el eterno fanfarrón ridículo. Te crees omnipotente, mejor aún quieres hacértelo creer a ti mismo, pero basta un signo de la cruz para ponerte en fuga, basta un poco de agua bendita para paralizar tu omnipotencia. La parábola del grano y de la cizaña ha sido dicha sobre todo para ti. Eres simplemente ridículo en tus bravuconadas. Eres un pobre perro atado a tu cadena. Tú no puedes nada más de lo que te permite Dios. Te lo permite para probar a sus elegidos en el tiempo, y derrotarle para toda la eternidad”.
“¡Qué elocuente eres! Has hecho una bella predicación para los papagayos de la parroquia. Tu reúnes palabras, yo cuento hechos".
“Te estoy solamente descubriendo tu mentira. Tu historia concluirá como empezó. Tienes la estúpida presunción de creerte semejante a Dios. Te rebelaste y Dios en aquel mismo instante, con un soplo te precipitó a ti y a los tuyos en los abismos infernales. Bastó un movimiento de su voluntad para fulminaros a todos, para transformaros de ángeles en horribles demonios".
“Todavía un trozo de predicación”.
"Sabes bien que no es predicación. Es un hecho tremendo. Como tremendo es el infierno en el que te precipitaste... A propósito: ¿Qué es el infierno?..."
Un silencio pesado como una pesadilla.
“En nombre de Ella, responde, háblame del infierno".
“Imposible decírtelo".
“Prueba”.
“Ni siquiera ella misma, en Fátima, supo explicarlo”.
”¿Cómo? ¡Aquellos pobres niños por poco no murieron de espanto!
"¿Y qué vieron... el infierno es bien distinto... Conténtate con esto”.
* * *
También esta vez tuve la sospecha de que se hubiese ido. De manera extraña me advirtió de que se encontraba allí.
“¡Desgraciado! Eras un ángel. Dios te creó riquísimo de dones y de bellezas divinas. Tenías la inteligencia de los espíritus elegidos. Es inconcebible cómo tú y los tuyos habéis podido atreveros a un tan estúpido pecado de rebelión. ¿Como intentar apropiarse de lo que no era vuestro? ¡Responde!”.
“Porque quiso someternos a una prueba infinitamente humillante para nosotros, espíritus altísimos. Una prueba inimaginable, digna sólo de una revuelta”.
“¿Qué prueba?"
De nuevo un silencio cargado de misterio. "Vamos, en el nombre de Ella que te ha obligado a venir, responde. ¿Qué prueba?".
"Nos impuso un obsequio muy humillante e inaceptable. Nos puso frente al diseño de la creación del mundo material, de todo el cosmos, por encima del cual os creó también a vosotros los hombres con el propósito de elevaros a la misma dignidad a la que nos había elevado a nosotros, y para colmo de todo, lo que hizo desencadenar nuestra revuelta… nos puso delante de la encamación del Hijo, hecho hombre, revestido de una naturaleza inferior a la nuestra, y nos impuso adorarle. Nuestra inteligencia se pasmó. Millones de ángeles se sometieron vilmente a Él. Muchísimos de nosotros lo vimos como una afrenta a nuestra dignidad y nos rebelamos. El castigo explotó de inmediato. Nosotros no queremos aceptar nuestra condición de criaturas, de tener necesidad de Él, de estar sometidos a Él. Nos creímos autosuficientes - y lo éramos - de nosotros mismos... En aquel rechazo nuestro gesto es de revuelta... Y en un momento nos encontramos como somos. Su condena fue sin apelación". Tampoco nos hubiéramos sometido a su voluntad.
“¿Y no era un pecado gravísimo de rebeldía?”
Un «Nooo…” lóbrego, largo, cavernoso, de helar la sangre, resonó un buen tiempo en la lejanía. Comprendí que había desaparecido, dejándose atrás un fracaso que parece el estrépito de un alud. Todo lo que era firme tembló. Salí al corredor mirando si alguien se hubiese percatado de algo. Nada. No vi a nadie.
Capítulo 5: Tercer encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 5: Tercer encuentro
Esta vez no se hizo esperar mucho.
La noche siguiente, estaba para meterme en la cama, cuando oí rumores extraños en la habitación. Eran pasos fuertes, casi sordos que hacían vibrar el pavimento. Advertida su presencia, agarré el rosario, hice la señal de la cruz, invocando mentalmente a la Virgen que estaba junto a mí, al lado de la cama, y esperé.
"Siento que estás aquí. Bien, en nombre de Ella, que te obliga a venir y a responderme, dime: inmediatamente después de tu gran pecado, ¿te diste cuenta de todo lo que habías perdido para siempre?»
“¡Qué pregunta tan estúpida!”.
"Gracias, eres muy amable; Sé muy bien que mi inteligencia no se puede comparar con la tuya. Por eso permíteme una pregunta aún más idiota: ¿Jamás te has arrepentido de aquel pecado?”
"¿Arrepentimiento?”, la respuesta surgió de inmediato, como un rugido de bestia.
"¿Pero no sabes que un acto de arrepentimiento hubiese sido un acto de amor? Y esto es totalmente inconcebible en nosotros. Nosotros fuimos inmediatamente investidos de un odio inmenso contra Él. Un odio implacable, eterno. Nos encontramos envueltos, casi petrificados, en una maldición que ha llegado a ser nuestra segunda naturaleza. “
Tranquilamente hubiese querido concentrar la reflexión sobre la desgracia irreparable de tantísimas criaturas tan excelsas, pero el otro me interrumpió.
“Después de habernos expulsados de su paraíso, se ha vengado destinando a nuestro estado a los seres más nauseabundos, vosotros los hombres, un amasijo de espíritu y de sucia materia. Ha hecho de vosotros un objeto de su amor infinito. Va mendigando de vosotros el amor que nosotros le habíamos rechazado. El amor por vosotros le ha hecho cometer locuras, hasta humillar al Hijo en el vientre de una mujer. Tiene la ambición de ocupar con vosotros los puestos que nosotros hemos dejado vacíos. Pero antes de que logre esto, llenaremos nuestro infierno con vosotros los hombres. La venganza que no podemos realizar sobre Él, la haremos con vosotros. “
"Eso es lo que tu sueñas. Pero entre nosotros y tú, sobre el vértice de tu abismo infernal está Cristo Crucificado, contigo tendrás solo a aquellos que obstinadamente quieran permanecer a tu lado. Todos los demás, también los pecadores, también los pobres infieles, te serán arrancados como presa que no te pertenece, porque no son tuyos, Él los ha pagado con el precio de Su Sangre y son suyos. ¡Me niego a creer que finalmente tengas tú más que Él!”
* * *
Hubo una pausa más bien larga. Tuve la sensación de que quisiera agredirme con un discursazo, y en efecto, pasó inmediatamente al ataque.
"¿Dices que Él tendrá más que yo?... ¿Pero es que no ves, ciego y estúpido como eres, que hoy estoy movilizando todo para vuestra ruina? ¿No ves que su reino se desmorona y que el mío se agranda de día en día sobre las ruinas del suyo? Prueba a hacer un balance entre sus seguidores y los míos, entre aquellos que creen en sus verdades y los que siguen mis doctrinas, entre los que observan su ley y los que abrazan la mía. Piensa solamente al progreso que estoy haciendo por medio del materialismo ateo y militante, que es el rechazo total de Él!
Aún un poco más de tiempo y todo el mundo caerá en adoración ante mí. El mundo será completamente mío.
"Piensa en las devastaciones que estoy llevando en medio de vosotros, sirviéndome principalmente de sus ministros. He desencadenado en su rebaño un espíritu de confusión y de rebelión que jamás hasta hoy había logrado obtener. Tenéis a vuestro guardián de ovejas, vestido de blanco, que todos los días habla, grita, charla inútilmente. ¿Quién lo escucha? Puedo hacerlo callar inmediatamente apenas quiera, en un momento puedo eliminarlo; basta que arme la mano de un emisario mío.
Todo el mundo escucha mis mensajes, los aplaude y los sigue. Todo está de mi parte. Tengo las cátedras con las que he puesto en jaque a vuestra filosofía. Tengo conmigo la política que os disgrega. Tengo el odio de clases que os hiere. Tengo los intereses terrenos, el ideal de un paraíso en la tierra que os enfrenta a unos con otros. Os he metido en el cuerpo una sed de dinero y de placeres que os hace enloquecer y que os está reduciendo a ser un tropel de asesinos.
"He desencadenado en medio a vosotros una sexualidad que está haciendo de vosotros un grupo exterminado de puercos. Tengo la droga que pronto os convertirá en una masa de miserables larvas de locos y moribundos. Os he llevado a adoptar el divorcio para reducir a fragmentos vuestras familias. Os he llevado a practicar el aborto con el que causo matanzas de hombres, antes de que nazcan”.
"¡Todos ángeles destinados al cielo!"
"¡Pero te parece poco haber convertido a las mujeres, a las madres en peores que las bestias; las he inducido a matar a sus hijos, cosa que ni las bestias hacen!”
“Todo lo que puede destruiros lo intento, y obtengo lo que quiero: injusticias a todos los niveles para teneros en un continuo estado de desesperación; guerras en cadena que destruyen todo y os llevan al sacrificio como a las ovejas; y junto a esto la desesperación de no saber liberaros de las calamidades con las que tengo que llevaros a la destrucción. Conozco hasta donde llega la estupidez de vosotros los hombres y la aprovecho completamente.
“La redención de aquel que se hizo matar por vosotros, bestias, yo la he sustituido por la de los gobernantes asesinos, y vosotros os arrojáis en su seguimiento como ovejas estupidísimas. Con las promesas de bien que os he hecho y que no obtendréis nunca, he logrado cegaros, haceros perder la cabeza, hasta llevaros fácilmente a donde quiero. Recuerda que yo os odio infinitamente, como le odio a Él que os ha creado. ¡Sí, vaya favor os ha hecho, enviando a su Hijo a desperdiciar su Sangre por la dichosa Redención. Yo os odio, os desprecio!”
* * *
“¿Y con esto?”
“¿Qué quieres decir? ¿No es suficiente? Puedo continuar, si crees...”
“¿Con todo esto crees poder cantar victoria contra Dios? ¿Tú serías el gran vencedor y Dios el gran derrotado? No niego que estás trabajando quizás como nunca, que ahora vas obteniendo seguidores más que en el pasado, pero en tus diseños eres un habilísimo inflador de balones. Te he dicho ya que tu historia concluirá como ha comenzado. Nuestra atención va hacia el final de todo esto. Entonces, tuviste en un instante muchísimos seguidores. Pero ¿cómo terminó tu gesto de rebelión? ¿Arrojaste a Dios del trono de su gloria?"
“¿Aún te engañas? ¿No has comprendido nada de lo que te he mostrado?”
“¡Tú eres el ¡¡uso! Todas estas fanfarronadas tuyas pueden impresionar a un hombre de poca fe, no a quien cree firmemente que Dios es Dios y tú eres un miserable rebelde, una criatura suya, que Él podría destruir con un soplo, en un solo instante, pero que no lo hará jamás. Has podido engañar a millones de hombres para que no crean en Dios, pero tú sabes que Él existe, que Él es el Omnipotente, que tiene en su mano el destino de los hombres y de la historia. Has querido entablar la guerra contra Él y te está dejando obtener algunos resultados, incluso momentáneamente espectaculares Pero sabes bien que su poder está condicionado a su omnipotencia y ¡la victoria final será sólo de Él!”
"¡Al contrario, será mía!”
“Mentiroso, ni tú mismo te lo crees, porque sabes bien con quien te has metido. Recuerda la lección del Viernes Santo. Trabajaste bien ese día. Por medio de tus satélites te apoderaste de Jesús y lograste hacerlo matar. Pero, en la ceguera de tu odio, no te diste cuenta que aquella muerte fue victoria de Él al quererla y tú fuiste un instrumento sometido. Creíste haberlo liquidado para siempre. Sin embargo, el vencido fuiste tú. Él resucitó al tercer día, vencedor de la muerte y del pecado. ¡Vencedor sobre ti y sobre todo tu infierno!”
* * *
“El misterio pascual te ha vencido de una vez para siempre. Sin embargo, se renueva, a lo largo de los siglos en la vida de la Iglesia y de las almas, en un enfrentamiento ininterrumpido de luchas, de muerte y de resurrección. Pero el triunfo del Reino de Dios aquí no se anuncia con las fanfarronadas, se anuncia y progresa y resiste a los ataques con el misterio divino del silencio”.
“Los acostumbrados viejos discursos de oratoria…”
“Sabes que esto no es oratoria. En la mañana que resucitó, Jesús no tuvo ninguna preocupación por vengarse de sus enemigos, de tus malhechores. No tuvo ningún deseo de humillarles, como Él habría podido hacer y como alguno podría haber esperado. Con una demostración espectacular y fulgurante de su triunfo sobre la muerte, hubiera podido aparecer ante el Sanedrín, ante Pilatos, ante Herodes, ante cuantos le humillaron y le dieron muerte... No fue a gritarles a la cara: "¡He aquí vuestra victoria!" Por el contrario, Su Majestad infinita está muy por encima de ese tipo de satisfacción triunfalista, no le preocuparon sus enemigos. No pensó en rehabilitar su reputación ante ellos”.
"Él inauguraba un estilo Suyo propio. Daba ejemplo de cómo se realiza su triunfo en esta tierra, de cómo procede su Iglesia en medio de los hombres y a lo largo de los tiempos: Un camino extenuante, duro, sin estrépito. Ella va adelante en el silencio, cubierta continuamente de heridas, rodeada de mártires que son sus testigos incomparables, obligada demasiadas veces a refugiarse en las catacumbas; pero todo esto ya se le había anunciado y eso es lo que la hace más semejante a su Jefe".
“¡Palabras, palabras, palabras! ¿No te das cuenta de que tengo en mi mano todas las fuerzas del mal?... ¿No ves cómo las he movilizado compactas contra el reino de Él?... ¡Mi ofensiva avanza ya incontenible!".
“¿Hasta cuando? Te crees el dueño de la situación. Te presentas corno el señor y el dominador del mundo. Y apenas eres el ejecutor de los planes de Él. Tú colaboras sólo a la magnificencia de su victoria final. Como tantas veces en el pasado, también hoy, la Iglesia tiene necesidad de ser purificada. A esto sirven las pruebas. Él no arranca su viña, la poda. La actual acción de obstáculo que tú y tus satélites habéis desencadenado en el seno del pueblo de Dios sirve a esto, a purificarlo. Los actuales logros aparentes de tu obra de seducción y de desorden le sirven a Él para sus planes. Al final se volteará todo contra ti y quedarás definitivamente vencido”.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 5: Tercer encuentro
Esta vez no se hizo esperar mucho.
La noche siguiente, estaba para meterme en la cama, cuando oí rumores extraños en la habitación. Eran pasos fuertes, casi sordos que hacían vibrar el pavimento. Advertida su presencia, agarré el rosario, hice la señal de la cruz, invocando mentalmente a la Virgen que estaba junto a mí, al lado de la cama, y esperé.
"Siento que estás aquí. Bien, en nombre de Ella, que te obliga a venir y a responderme, dime: inmediatamente después de tu gran pecado, ¿te diste cuenta de todo lo que habías perdido para siempre?»
“¡Qué pregunta tan estúpida!”.
"Gracias, eres muy amable; Sé muy bien que mi inteligencia no se puede comparar con la tuya. Por eso permíteme una pregunta aún más idiota: ¿Jamás te has arrepentido de aquel pecado?”
"¿Arrepentimiento?”, la respuesta surgió de inmediato, como un rugido de bestia.
"¿Pero no sabes que un acto de arrepentimiento hubiese sido un acto de amor? Y esto es totalmente inconcebible en nosotros. Nosotros fuimos inmediatamente investidos de un odio inmenso contra Él. Un odio implacable, eterno. Nos encontramos envueltos, casi petrificados, en una maldición que ha llegado a ser nuestra segunda naturaleza. “
Tranquilamente hubiese querido concentrar la reflexión sobre la desgracia irreparable de tantísimas criaturas tan excelsas, pero el otro me interrumpió.
“Después de habernos expulsados de su paraíso, se ha vengado destinando a nuestro estado a los seres más nauseabundos, vosotros los hombres, un amasijo de espíritu y de sucia materia. Ha hecho de vosotros un objeto de su amor infinito. Va mendigando de vosotros el amor que nosotros le habíamos rechazado. El amor por vosotros le ha hecho cometer locuras, hasta humillar al Hijo en el vientre de una mujer. Tiene la ambición de ocupar con vosotros los puestos que nosotros hemos dejado vacíos. Pero antes de que logre esto, llenaremos nuestro infierno con vosotros los hombres. La venganza que no podemos realizar sobre Él, la haremos con vosotros. “
"Eso es lo que tu sueñas. Pero entre nosotros y tú, sobre el vértice de tu abismo infernal está Cristo Crucificado, contigo tendrás solo a aquellos que obstinadamente quieran permanecer a tu lado. Todos los demás, también los pecadores, también los pobres infieles, te serán arrancados como presa que no te pertenece, porque no son tuyos, Él los ha pagado con el precio de Su Sangre y son suyos. ¡Me niego a creer que finalmente tengas tú más que Él!”
* * *
Hubo una pausa más bien larga. Tuve la sensación de que quisiera agredirme con un discursazo, y en efecto, pasó inmediatamente al ataque.
"¿Dices que Él tendrá más que yo?... ¿Pero es que no ves, ciego y estúpido como eres, que hoy estoy movilizando todo para vuestra ruina? ¿No ves que su reino se desmorona y que el mío se agranda de día en día sobre las ruinas del suyo? Prueba a hacer un balance entre sus seguidores y los míos, entre aquellos que creen en sus verdades y los que siguen mis doctrinas, entre los que observan su ley y los que abrazan la mía. Piensa solamente al progreso que estoy haciendo por medio del materialismo ateo y militante, que es el rechazo total de Él!
Aún un poco más de tiempo y todo el mundo caerá en adoración ante mí. El mundo será completamente mío.
"Piensa en las devastaciones que estoy llevando en medio de vosotros, sirviéndome principalmente de sus ministros. He desencadenado en su rebaño un espíritu de confusión y de rebelión que jamás hasta hoy había logrado obtener. Tenéis a vuestro guardián de ovejas, vestido de blanco, que todos los días habla, grita, charla inútilmente. ¿Quién lo escucha? Puedo hacerlo callar inmediatamente apenas quiera, en un momento puedo eliminarlo; basta que arme la mano de un emisario mío.
Todo el mundo escucha mis mensajes, los aplaude y los sigue. Todo está de mi parte. Tengo las cátedras con las que he puesto en jaque a vuestra filosofía. Tengo conmigo la política que os disgrega. Tengo el odio de clases que os hiere. Tengo los intereses terrenos, el ideal de un paraíso en la tierra que os enfrenta a unos con otros. Os he metido en el cuerpo una sed de dinero y de placeres que os hace enloquecer y que os está reduciendo a ser un tropel de asesinos.
"He desencadenado en medio a vosotros una sexualidad que está haciendo de vosotros un grupo exterminado de puercos. Tengo la droga que pronto os convertirá en una masa de miserables larvas de locos y moribundos. Os he llevado a adoptar el divorcio para reducir a fragmentos vuestras familias. Os he llevado a practicar el aborto con el que causo matanzas de hombres, antes de que nazcan”.
"¡Todos ángeles destinados al cielo!"
"¡Pero te parece poco haber convertido a las mujeres, a las madres en peores que las bestias; las he inducido a matar a sus hijos, cosa que ni las bestias hacen!”
“Todo lo que puede destruiros lo intento, y obtengo lo que quiero: injusticias a todos los niveles para teneros en un continuo estado de desesperación; guerras en cadena que destruyen todo y os llevan al sacrificio como a las ovejas; y junto a esto la desesperación de no saber liberaros de las calamidades con las que tengo que llevaros a la destrucción. Conozco hasta donde llega la estupidez de vosotros los hombres y la aprovecho completamente.
“La redención de aquel que se hizo matar por vosotros, bestias, yo la he sustituido por la de los gobernantes asesinos, y vosotros os arrojáis en su seguimiento como ovejas estupidísimas. Con las promesas de bien que os he hecho y que no obtendréis nunca, he logrado cegaros, haceros perder la cabeza, hasta llevaros fácilmente a donde quiero. Recuerda que yo os odio infinitamente, como le odio a Él que os ha creado. ¡Sí, vaya favor os ha hecho, enviando a su Hijo a desperdiciar su Sangre por la dichosa Redención. Yo os odio, os desprecio!”
* * *
“¿Y con esto?”
“¿Qué quieres decir? ¿No es suficiente? Puedo continuar, si crees...”
“¿Con todo esto crees poder cantar victoria contra Dios? ¿Tú serías el gran vencedor y Dios el gran derrotado? No niego que estás trabajando quizás como nunca, que ahora vas obteniendo seguidores más que en el pasado, pero en tus diseños eres un habilísimo inflador de balones. Te he dicho ya que tu historia concluirá como ha comenzado. Nuestra atención va hacia el final de todo esto. Entonces, tuviste en un instante muchísimos seguidores. Pero ¿cómo terminó tu gesto de rebelión? ¿Arrojaste a Dios del trono de su gloria?"
“¿Aún te engañas? ¿No has comprendido nada de lo que te he mostrado?”
“¡Tú eres el ¡¡uso! Todas estas fanfarronadas tuyas pueden impresionar a un hombre de poca fe, no a quien cree firmemente que Dios es Dios y tú eres un miserable rebelde, una criatura suya, que Él podría destruir con un soplo, en un solo instante, pero que no lo hará jamás. Has podido engañar a millones de hombres para que no crean en Dios, pero tú sabes que Él existe, que Él es el Omnipotente, que tiene en su mano el destino de los hombres y de la historia. Has querido entablar la guerra contra Él y te está dejando obtener algunos resultados, incluso momentáneamente espectaculares Pero sabes bien que su poder está condicionado a su omnipotencia y ¡la victoria final será sólo de Él!”
"¡Al contrario, será mía!”
“Mentiroso, ni tú mismo te lo crees, porque sabes bien con quien te has metido. Recuerda la lección del Viernes Santo. Trabajaste bien ese día. Por medio de tus satélites te apoderaste de Jesús y lograste hacerlo matar. Pero, en la ceguera de tu odio, no te diste cuenta que aquella muerte fue victoria de Él al quererla y tú fuiste un instrumento sometido. Creíste haberlo liquidado para siempre. Sin embargo, el vencido fuiste tú. Él resucitó al tercer día, vencedor de la muerte y del pecado. ¡Vencedor sobre ti y sobre todo tu infierno!”
* * *
“El misterio pascual te ha vencido de una vez para siempre. Sin embargo, se renueva, a lo largo de los siglos en la vida de la Iglesia y de las almas, en un enfrentamiento ininterrumpido de luchas, de muerte y de resurrección. Pero el triunfo del Reino de Dios aquí no se anuncia con las fanfarronadas, se anuncia y progresa y resiste a los ataques con el misterio divino del silencio”.
“Los acostumbrados viejos discursos de oratoria…”
“Sabes que esto no es oratoria. En la mañana que resucitó, Jesús no tuvo ninguna preocupación por vengarse de sus enemigos, de tus malhechores. No tuvo ningún deseo de humillarles, como Él habría podido hacer y como alguno podría haber esperado. Con una demostración espectacular y fulgurante de su triunfo sobre la muerte, hubiera podido aparecer ante el Sanedrín, ante Pilatos, ante Herodes, ante cuantos le humillaron y le dieron muerte... No fue a gritarles a la cara: "¡He aquí vuestra victoria!" Por el contrario, Su Majestad infinita está muy por encima de ese tipo de satisfacción triunfalista, no le preocuparon sus enemigos. No pensó en rehabilitar su reputación ante ellos”.
"Él inauguraba un estilo Suyo propio. Daba ejemplo de cómo se realiza su triunfo en esta tierra, de cómo procede su Iglesia en medio de los hombres y a lo largo de los tiempos: Un camino extenuante, duro, sin estrépito. Ella va adelante en el silencio, cubierta continuamente de heridas, rodeada de mártires que son sus testigos incomparables, obligada demasiadas veces a refugiarse en las catacumbas; pero todo esto ya se le había anunciado y eso es lo que la hace más semejante a su Jefe".
“¡Palabras, palabras, palabras! ¿No te das cuenta de que tengo en mi mano todas las fuerzas del mal?... ¿No ves cómo las he movilizado compactas contra el reino de Él?... ¡Mi ofensiva avanza ya incontenible!".
“¿Hasta cuando? Te crees el dueño de la situación. Te presentas corno el señor y el dominador del mundo. Y apenas eres el ejecutor de los planes de Él. Tú colaboras sólo a la magnificencia de su victoria final. Como tantas veces en el pasado, también hoy, la Iglesia tiene necesidad de ser purificada. A esto sirven las pruebas. Él no arranca su viña, la poda. La actual acción de obstáculo que tú y tus satélites habéis desencadenado en el seno del pueblo de Dios sirve a esto, a purificarlo. Los actuales logros aparentes de tu obra de seducción y de desorden le sirven a Él para sus planes. Al final se volteará todo contra ti y quedarás definitivamente vencido”.
Capítulo 6: Cuarto encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 6: Cuarto encuentro
No fue propiamente un encuentro como los anteriores ni como los que seguirán. Esta vez, excepto un rápido retorno del Maligno al final, se desarrolló casi todo en un largo y muy movido sueño. Todo aconteció de un modo que hubiera jurado que estaba completamente despierto. Los sueños, dicen, suelen ser breves pero éste me pareció larguísimo, si debo juzgarlo por las cosas que vi y que entendí. Era un sueño que llamaré adivinador.
Tuve la sensación de ser despertado de sobresalto, al ruido ensordecedor de miles de cornetas de coche, de tambores partiendo a ritmo de marcha, que martilleaban un impotentísimo canto marcial. Asomándome me encontré delante de una grandísima plaza, jamás vista por mí, repleta de gente, especialmente de jóvenes, que con banderas rojas en la cabeza, continuaban llegando de todas partes, como ríos en crecida que venían a desembocar en aquel mar de gente.
Un cañonazo fue la señal de un silencio inmediato. Todos estaban a mi espalda y mirando hacia un palco altísimo que surgía a lo lejos sobre el fondo de la plaza. Apenas aprecio allí un hombre con una larga tira roja a los flancos, gritos frenéticos de "viva" le saludaron durante largo tiempo. Hecho silencio a una señal suya, comenzó a hablar en una lengua de la que no comprendí ni una palabra.
Mientras asistía a esta espectacular reunión, sucedió un fenómeno extraño. A medida que el orador hablaba y los altavoces difundían la voz hacia todas direcciones, la superficie de la plaza se dilataba, se alargaba hasta no poder más reconocer con los ojos los confines. Sólo lograba captar un confuso fluctuar de gente hacia la lejanía cada vez más difuminada.
Fue aquí que, en el estupor de aquella extraña visión, intervino la voz alta y soberbia del Maligno:
“¡Mira, mira qué espectáculo tan maravilloso!... Toda la juventud se ha puesto de mi parte. Es mi juventud. A muchos he seducido con la lujuria, con la droga, con el espíritu de revolución. Pero a la mayor parte la he ganado con el lazo del marxismo materialista. Casi todos han venido aquí sin los acostumbrados esquís bautismales. Estos jóvenes han pasado a través de escuelas programadas sobre un ateísmo radical, Allí han aprendido que no ha sido aquél de allá arriba quien creó al hombre, sino que el hombre se ha creado estúpidamente a si mismo. Ahora aguerridamente luchan contra Él, que se resiste a desaparecer. Pero desaparecerá. ¡Es fatal! Estos jóvenes míos han aprendido a deshacerse de todas las verdades así llamadas metafísicas. Para ellos existe sólo el mundo material y sensible. Ha sido un universal lavado de cerebro, y nos serviremos de éstos para todos los que se atrevan a mantenerse todavía agarrados a las viejas creencias. Él debe desaparecer de modo absoluto. Pronto vendrá el día en que ni siquiera será recordado su Nombre. Las pocas zonas de resistencia que no lograremos eliminar con nuestra filosofía, lo haremos con el terror. Existe para los que queden, decenas y decenas de hospitales psiquiátricos y centenares de campos de concentración donde les enviaremos a morir. Así para todos los países de la tierra. Uno tras otro deben caer a mis pies, abrazar mi culto, reconocer que el único señor del mundo soy yo...”
* * *
En este punto, mientras el Maligno se exaltaba y se calentaba hablando con tanta seguridad, la plaza de improviso desapareció, y toda aquella muchedumbre desapareció, de toda aquella muchedumbre exterminada no quedaba ni la más pequeña traza, y el discurso del orador cesó como por una inesperada interrupción de corriente. En un instante me encontré en un profundo subterráneo iluminado escasamente, que me hizo recordar los pasillos de las catacumbas romanas, dominadas por un aire de serenidad y de paz.
Visto allá, a lo lejos un punto más luminoso, me dirigí con ánimo y paso seguro hacia aquel lugar. Presentándome, sentí venir a mi encuentro el eco de una oración coral. Me detuve, esperando captar el significado. Imposible; aunque se trataba de una lengua desconocida por mí, comprendí por ciertos motivos que era el Padre Nuestro. Una fuerza interior me animó a seguir caminando. Uno del grupo vestido de pope, se dio cuenta de mi presencia, vino inseguro y excitado a mi encuentro. "Sea alabado Jesús”, le dije. Ante aquel saludo, alargó los brazos y sonriendo me pregunto: "¿Eres acaso un hermano nuestro?».
"Si, soy un hermano vuestro” y nos abrazamos calurosamente.
“En nombre de Dios”, le pedí, “explicadme ¿dónde me encuentro y quiénes sois vosotros?".
“Te encuentras en un subterráneo del país de los sin Dios. Dos veces a la semana, de noche, nos reunimos aquí para nuestras oraciones comunes, para asistir a la liturgia, y dar testimonio de Dios lo mejor que podamos". Sonrió viendo mi estupor y continuó: "Mira, aquí somos apenas un centenar, pero en otros sitios se reúnen incluso más para orar por nosotros, por la patria, por el mundo entero".
“¿Cómo en los tiempos de las catacumbas?”
“Exacto, como en los tiempos de las catacumbas; ésta es nuestra catacumba"
“¿Pero es verdad que Dios ha sido eliminado de este gran país?”
“¡A Dios no se le puede eliminar, querido hermano! Expulsado de la puerta, entra por todas las vías misteriosas que sólo Él sabe abrirse”.
Mi interlocutor se dio cuenta de que estaba conmovido y calló.
* * *
"Veo que también hay jóvenes".
"Aquí cerca de la mitad de los que recogemos son jóvenes. En otros refugios aún son más. Jóvenes que no vienen sólo a orar sino a trabajar. Piensa, querido hermano, después de una jornada de fatiga demasiado extenuante, estos hijitos sacrifican por turnos, horas enteras, para venir aquí a prestar su trabajo”.
“¿Qué hacen?"
"Ven, te lo enseñaré”.
Después en una pequeña vuelta a la derecha, bajados pocos peldaños, nos encontramos en un antro con algunas salidas de seguridad y transformado en una oficina tipográfica rudimentaria: algunas máquinas de escribir; una multicopista que iba velozmente a pedaladas, una atadora y otros utensilios.
“¿Qué están imprimiendo?”.
«Ante todo parte de la Biblia, Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, pequeños misales, catecismos, libros de oración y también romances, poesías de escritores no aliados y condenados o expulsados de la patria. Creo que nuestro país una gran parte ha leído ya las obras de Pasternak, de Sinjavskij, de SoIzenitzin; el ejemplo de estos hombres es enorme sobre nuestra juventud.
Apenas ésta se ha dado cuenta de haber estado años y años engañada y embotada por mentiras en los discursos de las plazas, por los libros, en las escuelas, ha sido cogida por un hambre insaciable por la verdad: quieren saber la verdad sobre todo. No te digo la conmoción que nos sucede cuando no logramos escuchar la liturgia transmitida en nuestra lengua por Radio Vaticano".
* * *
Me di cuenta de mi interlocutor mientras me hablaba continuaba examinándome. Pero se dio cuenta que conmigo podía hablar libremente, y continuó hasta vaciar el saco. Me retiró un poco a un lado y acercándose un poco más, me tomó las manos en las suyas y continuó: "Mira, yo soy un pope pero hace años que disiento con mi superior local, demasiado politizado por el régimen y pasado al servicio del partido. He sido obligado por tanto a vivir escondido. Estos jóvenes lo saben; la voz ha pasado de éste a los demás refugios y así me toca vivir de uno al otro para el servicio religioso. ¡Qué jóvenes tan queridos¡ Me han dado toda su confianza. Me tratan como a un padre. Me abren su alma, ¡y si vieses qué almas!. ¡Sobre todo son héroes!
“¡Y esto en el país de los sin Dios!”
"Oh, no ¡no digas esto! ¡Aquí Dios existe, y trabaja con su gracia y obtiene! Créeme, en estos 60 años de prueba infernal el pueblo ruso ha dado a Dios ejércitos de Santos y de mártires como nunca en la historia pasada. Todo lo que este pueblo ha sufrido y está sufriendo no es algo perdido. Yo pienso que sea el largo invierno que prepara en nuestro país una primavera jamás vista, un renacimiento religioso que será la envidia de tantos países libres. Mira, yo soy acusado demasiado de hacer cristianos: estos jóvenes lo saben y de aquí su confianza. Piensa: entre ellos hay quienes saben de memoria el evangelio de San Juan, alguna carta de los apóstoles, la Pacem in terris, La Lumen gentium, el Credo de Pablo VI. Y editan y difunden todo esto. Rusia está llena de estos libros.
“¡Dios, Dios mío! ¡Qué cosas tan grandes me dices, hermano mío!"
“¿También tú eres sacerdote?”
“Sí”
Me abrazó y me besó: "¿Y vienes de Italia?... ¿De Roma?... Aquí dicen que Italia es toda comunista, ¿Es esto posible?.
«Toda no, pero una parte si".
¡Es increíble! ¿Pero saben qué significa vivir bajo el comunismo? Aquí en Rusia no hay ninguno que crea en ellos. Aquí ha sido suficiente que nuestros jóvenes habían aprendido a hacer la comparación entre la propaganda oficial y la realidad de la vida de nuestro país para perder la fe en la ideología del partido".
"Precisamente lo que en Italia no logramos hacer creer especialmente a los jóvenes. ¡Es un fenómeno de monstruosa ceguera!"
Me llevó todavía un poco más hacia un lado y continuó: "Mira, aquí el materialismo nos ha cazado en una calle ciega. El alma rusa no sabe prescindir de una explicación del hombre y del mundo, y como el materialismo en esto ha fallado, nos lanza con una sed instintiva a los valores espirituales, a la iglesia, a Dios. La ideología marxista nos lleva a la muerte y al nada, y nuestro pueblo tiene enraizada en el alma la fe en el más allá. Tú no puedes creer qué acrobacias de prudencia realiza esta pobre gente para poder decir un De profundis en la tumba de algún familiar sepultado recientemente. Cuántos vericuetos son necesarios para obtener en Pascua un poco de pan bendecido para distribuir en la mesa, después del saludo familiar "Cristo verdaderamente ha resucitado"
“Todo esto, querido hermano, lo sabemos y nos conmueve inmensamente”
“¿Entonces porque los italianos quieren caminar bajo el comunismo ateo?”
"Porque muchísimos creen más en el demonio que en Dios: Esta es la verdad"
“Estos jóvenes han comprendido que sólo El cristianismo pone el máximo acento sobre el valor de los derechos de la persona humana: el socialismo habla sólo de colectivismo, de masa, para él el individuo no existe".
“A este paso, hay que esperar que el más grande estado comunista del mundo, por la lógica de las cosas, pueda desenvolverse en la más grande fuerza anticomunista”
“Lo pensamos todos, hermano, aunque somos pocos a decirlo, porque es horrible el terror que se tiene de los juicios, del lavado de cerebro, de los campos de concentración diseminados por todo el territorio ruso. Aquí, sin embargo, la ideología marxista se rige únicamente por la fuerza. Pero el día en que ésta caiga - sólo Dios sabe cuándo- Rusia se presentará con un rostro completamente nuevo, religiosamente probada, gracias a la experiencia del martirio que ningún pueblo ha sufrido hasta ahora”
"Nosotros confiamos mucho en las promesas de la Virgen de Fátima”.
"¡Oh, la Santa Madre de Dios! ¡Si supieses cómo la venera nuestro pueblo! Y es Ella quien ha conservado - aunque en ciertos momentos muy reducida - nuestra fe. Sus imágenes han desaparecido de casi toda las casas, pero muchísimos las conservan escondidas, y sobre todo la invocan”
“¿Crees que pronto la oposición de los jóvenes, de los intelectuales, de la clase que reflexiona podrá aumentar?”
"Para mí es una cosa muy cierta. Y esto sucederá poco a poco a medida que progresará el descubrimiento alegre de la fe cristiana y la persuasión en muchos ya radicada de que el cristianismo es la única fuerza capaz de cambiar el mundo. Si entre nosotros se recogiesen las voces de nuestros convertidos del materialismo, pensarías en el milagro de un nuevo Pentecostés."
«Puedo decirte que muchas de estas voces llegan a nuestro país. Existen también antologías que las recogen, pero, por desgracia, no todos las leen".
"Conservamos cartas que nos llegan de los campos de concentración. Son de hombres, mujeres, de jóvenes allí condenados que nos animan a conservar intacta nuestra fe en Dios: imposible leerlas sin estremecerse de conmoción y sin llorar”.
En Italia se lee mucho El Doctor Zivago de Pasternák, La otra litera tura de Molicev, Padre Dimitrij Dunko, Párroco en Moscú,
Un golpe de gong anunció la recitación en común del Padrenuestro.
* * *
Aquí me desperté. Pero me di cuenta que a arrancarme del sueño fue un gran golpe en la puerta de la habitación. Miré el reloj, era todavía muy pronto. Un nuevo golpe me hizo saltar y grité: «¿Quién es?" La respuesta fue una risa burlona loca y sin sentido que me advirtió de inmediato de la presencia de él.
"¿Qué bello sueño, eh? Te habrá gustado mucho, pienso, Quizás incluso te habrá dejado la boca dulce. Pensando de nuevo, ¿serías capaz de creer todas aquellas bellas noticias?”
`Es una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en mi camino, a suscitare fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré sobre ella victorias jamás vistas...
"¡Efímeras como las demás!”
Aún un breve silencio. “¡No serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores, Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
“De este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi tiempo. ¡Definitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
“Si, las creo todas como cosas verdaderas."
"No me maravillo, conozco tu credulidad. Crees también en los sueños".
“¡Cuántos sueños han venido de Dios!”
"¿Entonces serías capaz de probarme que una sola de todas aquellas tonterías responda a la verdad? Venga, una prueba”.
Estuve un tiempo sobre mí mismo, después apretando fuerte entre las manos la corona del Rosario, me senté sobre la cama y con tono imperativo dije:
Ya que vienes a desafiarme, en nombre de Ella, que es tu enemiga capital, te ordeno decirme si en aquel sueño había una sola mentira."
“Es todo una mentira”.
"Tú debes responder en nombre de Ella, te lo he dicho, en nombre de Ella."
En vez de responder, el Maligno se enfureció como no lo había hecho nunca. Parecía que estuviese desencadenando un terremoto.
“En vez de hacer toda esta comedia, te ordenó responder: Debes decirme que aquel sueño era verdad. Vamos, en nombre de María, te lo ordeno, responde”
Lo sentí gritar como un león herido de muerte y le vi desaparecer.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 6: Cuarto encuentro
No fue propiamente un encuentro como los anteriores ni como los que seguirán. Esta vez, excepto un rápido retorno del Maligno al final, se desarrolló casi todo en un largo y muy movido sueño. Todo aconteció de un modo que hubiera jurado que estaba completamente despierto. Los sueños, dicen, suelen ser breves pero éste me pareció larguísimo, si debo juzgarlo por las cosas que vi y que entendí. Era un sueño que llamaré adivinador.
Tuve la sensación de ser despertado de sobresalto, al ruido ensordecedor de miles de cornetas de coche, de tambores partiendo a ritmo de marcha, que martilleaban un impotentísimo canto marcial. Asomándome me encontré delante de una grandísima plaza, jamás vista por mí, repleta de gente, especialmente de jóvenes, que con banderas rojas en la cabeza, continuaban llegando de todas partes, como ríos en crecida que venían a desembocar en aquel mar de gente.
Un cañonazo fue la señal de un silencio inmediato. Todos estaban a mi espalda y mirando hacia un palco altísimo que surgía a lo lejos sobre el fondo de la plaza. Apenas aprecio allí un hombre con una larga tira roja a los flancos, gritos frenéticos de "viva" le saludaron durante largo tiempo. Hecho silencio a una señal suya, comenzó a hablar en una lengua de la que no comprendí ni una palabra.
Mientras asistía a esta espectacular reunión, sucedió un fenómeno extraño. A medida que el orador hablaba y los altavoces difundían la voz hacia todas direcciones, la superficie de la plaza se dilataba, se alargaba hasta no poder más reconocer con los ojos los confines. Sólo lograba captar un confuso fluctuar de gente hacia la lejanía cada vez más difuminada.
Fue aquí que, en el estupor de aquella extraña visión, intervino la voz alta y soberbia del Maligno:
“¡Mira, mira qué espectáculo tan maravilloso!... Toda la juventud se ha puesto de mi parte. Es mi juventud. A muchos he seducido con la lujuria, con la droga, con el espíritu de revolución. Pero a la mayor parte la he ganado con el lazo del marxismo materialista. Casi todos han venido aquí sin los acostumbrados esquís bautismales. Estos jóvenes han pasado a través de escuelas programadas sobre un ateísmo radical, Allí han aprendido que no ha sido aquél de allá arriba quien creó al hombre, sino que el hombre se ha creado estúpidamente a si mismo. Ahora aguerridamente luchan contra Él, que se resiste a desaparecer. Pero desaparecerá. ¡Es fatal! Estos jóvenes míos han aprendido a deshacerse de todas las verdades así llamadas metafísicas. Para ellos existe sólo el mundo material y sensible. Ha sido un universal lavado de cerebro, y nos serviremos de éstos para todos los que se atrevan a mantenerse todavía agarrados a las viejas creencias. Él debe desaparecer de modo absoluto. Pronto vendrá el día en que ni siquiera será recordado su Nombre. Las pocas zonas de resistencia que no lograremos eliminar con nuestra filosofía, lo haremos con el terror. Existe para los que queden, decenas y decenas de hospitales psiquiátricos y centenares de campos de concentración donde les enviaremos a morir. Así para todos los países de la tierra. Uno tras otro deben caer a mis pies, abrazar mi culto, reconocer que el único señor del mundo soy yo...”
* * *
En este punto, mientras el Maligno se exaltaba y se calentaba hablando con tanta seguridad, la plaza de improviso desapareció, y toda aquella muchedumbre desapareció, de toda aquella muchedumbre exterminada no quedaba ni la más pequeña traza, y el discurso del orador cesó como por una inesperada interrupción de corriente. En un instante me encontré en un profundo subterráneo iluminado escasamente, que me hizo recordar los pasillos de las catacumbas romanas, dominadas por un aire de serenidad y de paz.
Visto allá, a lo lejos un punto más luminoso, me dirigí con ánimo y paso seguro hacia aquel lugar. Presentándome, sentí venir a mi encuentro el eco de una oración coral. Me detuve, esperando captar el significado. Imposible; aunque se trataba de una lengua desconocida por mí, comprendí por ciertos motivos que era el Padre Nuestro. Una fuerza interior me animó a seguir caminando. Uno del grupo vestido de pope, se dio cuenta de mi presencia, vino inseguro y excitado a mi encuentro. "Sea alabado Jesús”, le dije. Ante aquel saludo, alargó los brazos y sonriendo me pregunto: "¿Eres acaso un hermano nuestro?».
"Si, soy un hermano vuestro” y nos abrazamos calurosamente.
“En nombre de Dios”, le pedí, “explicadme ¿dónde me encuentro y quiénes sois vosotros?".
“Te encuentras en un subterráneo del país de los sin Dios. Dos veces a la semana, de noche, nos reunimos aquí para nuestras oraciones comunes, para asistir a la liturgia, y dar testimonio de Dios lo mejor que podamos". Sonrió viendo mi estupor y continuó: "Mira, aquí somos apenas un centenar, pero en otros sitios se reúnen incluso más para orar por nosotros, por la patria, por el mundo entero".
“¿Cómo en los tiempos de las catacumbas?”
“Exacto, como en los tiempos de las catacumbas; ésta es nuestra catacumba"
“¿Pero es verdad que Dios ha sido eliminado de este gran país?”
“¡A Dios no se le puede eliminar, querido hermano! Expulsado de la puerta, entra por todas las vías misteriosas que sólo Él sabe abrirse”.
Mi interlocutor se dio cuenta de que estaba conmovido y calló.
* * *
"Veo que también hay jóvenes".
"Aquí cerca de la mitad de los que recogemos son jóvenes. En otros refugios aún son más. Jóvenes que no vienen sólo a orar sino a trabajar. Piensa, querido hermano, después de una jornada de fatiga demasiado extenuante, estos hijitos sacrifican por turnos, horas enteras, para venir aquí a prestar su trabajo”.
“¿Qué hacen?"
"Ven, te lo enseñaré”.
Después en una pequeña vuelta a la derecha, bajados pocos peldaños, nos encontramos en un antro con algunas salidas de seguridad y transformado en una oficina tipográfica rudimentaria: algunas máquinas de escribir; una multicopista que iba velozmente a pedaladas, una atadora y otros utensilios.
“¿Qué están imprimiendo?”.
«Ante todo parte de la Biblia, Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, pequeños misales, catecismos, libros de oración y también romances, poesías de escritores no aliados y condenados o expulsados de la patria. Creo que nuestro país una gran parte ha leído ya las obras de Pasternak, de Sinjavskij, de SoIzenitzin; el ejemplo de estos hombres es enorme sobre nuestra juventud.
Apenas ésta se ha dado cuenta de haber estado años y años engañada y embotada por mentiras en los discursos de las plazas, por los libros, en las escuelas, ha sido cogida por un hambre insaciable por la verdad: quieren saber la verdad sobre todo. No te digo la conmoción que nos sucede cuando no logramos escuchar la liturgia transmitida en nuestra lengua por Radio Vaticano".
* * *
Me di cuenta de mi interlocutor mientras me hablaba continuaba examinándome. Pero se dio cuenta que conmigo podía hablar libremente, y continuó hasta vaciar el saco. Me retiró un poco a un lado y acercándose un poco más, me tomó las manos en las suyas y continuó: "Mira, yo soy un pope pero hace años que disiento con mi superior local, demasiado politizado por el régimen y pasado al servicio del partido. He sido obligado por tanto a vivir escondido. Estos jóvenes lo saben; la voz ha pasado de éste a los demás refugios y así me toca vivir de uno al otro para el servicio religioso. ¡Qué jóvenes tan queridos¡ Me han dado toda su confianza. Me tratan como a un padre. Me abren su alma, ¡y si vieses qué almas!. ¡Sobre todo son héroes!
“¡Y esto en el país de los sin Dios!”
"Oh, no ¡no digas esto! ¡Aquí Dios existe, y trabaja con su gracia y obtiene! Créeme, en estos 60 años de prueba infernal el pueblo ruso ha dado a Dios ejércitos de Santos y de mártires como nunca en la historia pasada. Todo lo que este pueblo ha sufrido y está sufriendo no es algo perdido. Yo pienso que sea el largo invierno que prepara en nuestro país una primavera jamás vista, un renacimiento religioso que será la envidia de tantos países libres. Mira, yo soy acusado demasiado de hacer cristianos: estos jóvenes lo saben y de aquí su confianza. Piensa: entre ellos hay quienes saben de memoria el evangelio de San Juan, alguna carta de los apóstoles, la Pacem in terris, La Lumen gentium, el Credo de Pablo VI. Y editan y difunden todo esto. Rusia está llena de estos libros.
“¡Dios, Dios mío! ¡Qué cosas tan grandes me dices, hermano mío!"
“¿También tú eres sacerdote?”
“Sí”
Me abrazó y me besó: "¿Y vienes de Italia?... ¿De Roma?... Aquí dicen que Italia es toda comunista, ¿Es esto posible?.
«Toda no, pero una parte si".
¡Es increíble! ¿Pero saben qué significa vivir bajo el comunismo? Aquí en Rusia no hay ninguno que crea en ellos. Aquí ha sido suficiente que nuestros jóvenes habían aprendido a hacer la comparación entre la propaganda oficial y la realidad de la vida de nuestro país para perder la fe en la ideología del partido".
"Precisamente lo que en Italia no logramos hacer creer especialmente a los jóvenes. ¡Es un fenómeno de monstruosa ceguera!"
Me llevó todavía un poco más hacia un lado y continuó: "Mira, aquí el materialismo nos ha cazado en una calle ciega. El alma rusa no sabe prescindir de una explicación del hombre y del mundo, y como el materialismo en esto ha fallado, nos lanza con una sed instintiva a los valores espirituales, a la iglesia, a Dios. La ideología marxista nos lleva a la muerte y al nada, y nuestro pueblo tiene enraizada en el alma la fe en el más allá. Tú no puedes creer qué acrobacias de prudencia realiza esta pobre gente para poder decir un De profundis en la tumba de algún familiar sepultado recientemente. Cuántos vericuetos son necesarios para obtener en Pascua un poco de pan bendecido para distribuir en la mesa, después del saludo familiar "Cristo verdaderamente ha resucitado"
“Todo esto, querido hermano, lo sabemos y nos conmueve inmensamente”
“¿Entonces porque los italianos quieren caminar bajo el comunismo ateo?”
"Porque muchísimos creen más en el demonio que en Dios: Esta es la verdad"
“Estos jóvenes han comprendido que sólo El cristianismo pone el máximo acento sobre el valor de los derechos de la persona humana: el socialismo habla sólo de colectivismo, de masa, para él el individuo no existe".
“A este paso, hay que esperar que el más grande estado comunista del mundo, por la lógica de las cosas, pueda desenvolverse en la más grande fuerza anticomunista”
“Lo pensamos todos, hermano, aunque somos pocos a decirlo, porque es horrible el terror que se tiene de los juicios, del lavado de cerebro, de los campos de concentración diseminados por todo el territorio ruso. Aquí, sin embargo, la ideología marxista se rige únicamente por la fuerza. Pero el día en que ésta caiga - sólo Dios sabe cuándo- Rusia se presentará con un rostro completamente nuevo, religiosamente probada, gracias a la experiencia del martirio que ningún pueblo ha sufrido hasta ahora”
"Nosotros confiamos mucho en las promesas de la Virgen de Fátima”.
"¡Oh, la Santa Madre de Dios! ¡Si supieses cómo la venera nuestro pueblo! Y es Ella quien ha conservado - aunque en ciertos momentos muy reducida - nuestra fe. Sus imágenes han desaparecido de casi toda las casas, pero muchísimos las conservan escondidas, y sobre todo la invocan”
“¿Crees que pronto la oposición de los jóvenes, de los intelectuales, de la clase que reflexiona podrá aumentar?”
"Para mí es una cosa muy cierta. Y esto sucederá poco a poco a medida que progresará el descubrimiento alegre de la fe cristiana y la persuasión en muchos ya radicada de que el cristianismo es la única fuerza capaz de cambiar el mundo. Si entre nosotros se recogiesen las voces de nuestros convertidos del materialismo, pensarías en el milagro de un nuevo Pentecostés."
«Puedo decirte que muchas de estas voces llegan a nuestro país. Existen también antologías que las recogen, pero, por desgracia, no todos las leen".
"Conservamos cartas que nos llegan de los campos de concentración. Son de hombres, mujeres, de jóvenes allí condenados que nos animan a conservar intacta nuestra fe en Dios: imposible leerlas sin estremecerse de conmoción y sin llorar”.
En Italia se lee mucho El Doctor Zivago de Pasternák, La otra litera tura de Molicev, Padre Dimitrij Dunko, Párroco en Moscú,
Un golpe de gong anunció la recitación en común del Padrenuestro.
* * *
Aquí me desperté. Pero me di cuenta que a arrancarme del sueño fue un gran golpe en la puerta de la habitación. Miré el reloj, era todavía muy pronto. Un nuevo golpe me hizo saltar y grité: «¿Quién es?" La respuesta fue una risa burlona loca y sin sentido que me advirtió de inmediato de la presencia de él.
"¿Qué bello sueño, eh? Te habrá gustado mucho, pienso, Quizás incluso te habrá dejado la boca dulce. Pensando de nuevo, ¿serías capaz de creer todas aquellas bellas noticias?”
`Es una terrible desbaratadora de mis planes. Es una devastadora de mi reino. No me deja conseguir una victoria y ya me prepara una derrota. Me la encuentro siempre entre los pies. Siempre ocupada en atravesarse en mi camino, a suscitare fanáticos que la ayudan a arrebatarme almas. Allí donde más clamorosas son mis conquistas, en un silencio capilar ella multiplica las suyas. Pero ahora ha llegado el tiempo en que obtendré sobre ella victorias jamás vistas...
"¡Efímeras como las demás!”
Aún un breve silencio. “¡No serán efímeras!.. Esta vez será una victoria total. Creía estar al seguro en una fortaleza inalcanzable. ¡Ahora os he abierto una brecha que será peor que la primera!...”
“¿Qué brecha? Pienso que corres demasiado. Estás muy seguro de ti mismo".
“Tengo de mi parte también a los teólogos. Los mis presuntuosísimos doctores, Si fuese capaz de amar, serían mis amigos más queridos. Vuestros cultivadores del dogma van abandonando una tras otra vuestras posiciones. Los he inducido a avergonzarse de ciertas fórmulas ridículas. A avergonzarse antes que nada de creer en mi existencia y en mi trabajo en medio a vosotros: Cosa para mí comodísima".
"¿Y con esto, crees?
“De este modo, las fábulas de la Inmaculada Concepción, de la Maternidad Divina, de la siempre Virgen, de la omnipotente llena de gracia están siendo desmoronadas como miserables necedades. Dentro de pocos años quedará solo el recuerdo - vergonzante recuerdo - de tan estúpidas leyendas. Mucho he debido esperar pero ahora ha llegado finalmente mi tiempo. ¡Definitivamente ha llegado mí hora! ¡Si supieras lo bien que trabajan mis aliados: curas, frailes, doctores!... ¿Dónde están ahora los fanáticos de su culto, sus calenturientos simpatizantes?”
“Si, las creo todas como cosas verdaderas."
"No me maravillo, conozco tu credulidad. Crees también en los sueños".
“¡Cuántos sueños han venido de Dios!”
"¿Entonces serías capaz de probarme que una sola de todas aquellas tonterías responda a la verdad? Venga, una prueba”.
Estuve un tiempo sobre mí mismo, después apretando fuerte entre las manos la corona del Rosario, me senté sobre la cama y con tono imperativo dije:
Ya que vienes a desafiarme, en nombre de Ella, que es tu enemiga capital, te ordeno decirme si en aquel sueño había una sola mentira."
“Es todo una mentira”.
"Tú debes responder en nombre de Ella, te lo he dicho, en nombre de Ella."
En vez de responder, el Maligno se enfureció como no lo había hecho nunca. Parecía que estuviese desencadenando un terremoto.
“En vez de hacer toda esta comedia, te ordenó responder: Debes decirme que aquel sueño era verdad. Vamos, en nombre de María, te lo ordeno, responde”
Lo sentí gritar como un león herido de muerte y le vi desaparecer.
Capítulo 7: Quinto encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 7: Quinto encuentro
Esta vez pasó una semana entera en la que el Maligno no manifestó ningún signo de su presencia. Entre nosotros no se había dicho todo y con gusto esperaba su regreso.
Me preparaba a recitar vísperas a media tarde cuando el gran calendario holandés que colgaba de la pared de frente comenzó abanicar sus hojas como golpeado por el aire.
“En el nombre de María, dime de dónde vienes"
"Tu pregunta es estúpida”
“¿Por qué estúpida?”
"Porque yo no estoy en ningún sitio, no soy un cuerpo, una carroña como tú; soy espíritu”.
“¿Y el Infierno?”
“El infierno no es un lugar, no es un campo de concentración o un estanque de fuego, como vosotros pretenciosos lo vais describiendo. El infierno soy yo. Somos cada uno de nosotros. Es un estado".
“¿Pero entre vosotros, espíritus condenados, os conocéis?”
“¿Por qué no? Nos conocemos, nos odiamos, como os odiamos a vosotros marmotas, como odiamos a Él, vivimos encerrados cada uno en una soledad eterna, pero estamos de acuerdo en trabajar para daño vuestro."
“No vivís nada más que para esto”
“Nuestra esencia es el mal, es el rechazo de Él, es odiar todo y a todos”.
“¡La única miserable satisfacción que os queda!”
“¡No es ninguna satisfacción!“
"¡No comprendo, explícate!"
“Vosotros imagináis que odiar para nosotros, hacer el mal, destruir las obras de El, sea una satisfacción, una especie de consuelo, una alegría. También esto nos lo ha negado nuestro enemigo. Nosotros hacemos el mal por el mal. Atravesar el diseño de Él, arrancarle almas, especialmente aquellas que son más queridas para Él, no nos procura ninguna satisfacción, incluso Él nos lo hace pesar como si fuera un castigo; pero ejercitar nuestro odio, nuestra naturaleza maligna es una necesidad, aunque obremos a su despecho, para hacer el mal a sus criaturas”.
“Todas estas bellas cosas ya lo sabíamos. Quien primero ha definido quién eres ha sido Jesús. Y la Iglesia nos lo repite en sus enseñanzas. Los Santos nos ponen en guardia. Sabemos que eres el Maligno, que es el enemigo por excelencia, que eres homicida desde el principio, que eres el padre de la mentira, que eres un misterio de iniquidad, que eres el príncipe de este mundo, hasta que Dios te lo consienta. ¿Basta para tu retrato?”.
"Quizás, ¿pero con esto...?”
"Quieres decir que los hombres a pesar de esto, se dejan atrapar en tus redes... lo sé... Si reflexionasen sobre lo que eres y sobre lo que tramas contra ellos, estarían en guardia..., Por eso, de padre de la mentira y de espíritu de las tinieblas, te transfiguras en ángel de luz; te presentas a ellos como un refinado maestro de seducciones y les tiendes estas insidias de consejero galante. Y has enseñado muy bien este arte también a todos los colaboradores, incluso a ciertos eclesiásticos»
* * *
“Has hablado de almas muy queridas a Él: ¿Quiénes son?"
“¡Deberías saberlo! Aquellas más unidas a su amistad, Aquellas que Él logra conservar siempre suyas. Aquellas que trabajan y se gastan por sus intereses. Las que buscan su Gloria, Un enfermo que sufre por años y se ofrece por los demás. Un sacerdote que se conserva fiel, que reza mucho, al cual no hemos logrado jamás contaminar, que se sirve de la Misa - de esa tremenda y muy maldita Misa - para hacernos un mal inmenso y arrancamos multitud de almas. Estos son para nosotros los seres más odiosos, aquellos que mayormente perjudican los asuntos de nuestro reino”.
“Saberlo de tu boca es para mí un anuncio precioso”.
“Es aquella que me lo obliga a decir, que me hace responder a tus estúpidas preguntas?”.
“Continua aún sobre estas revelaciones. Para tu despecho, no puedes hacerme sino el bien. Las almas que tú odias más...”
“Son aquellas que nosotros cogemos más fuertemente al asalto. Hacer caer a un sacerdote nos recompensa más que mil almas que nos ha arrancado otro. Envolver a un sacerdote en la podredumbre de la lujuria, hacerle pasar una noche con una meretriz y a la mañana mandarlo celebrar Misa, mandarlo al confesionario, a ensuciar más que a purificar, es uno de los mayores desprecios que procuramos infligir a nuestro gran enemigo. Y lo logramos más de lo que se cree. “
“Por desgracia. Pero junto a estas almas elegidas caídas, sé que Él, en el silencio y en el ocultamiento, suscita muchísimas otras que se inmolan, que reparan y Le dan una gloria más grande de la que tú crees haberle arrebatado".
"No importa. A mi me preocupa incrementar el número de los sacerdotes que se pasan a mi lado. Son los mejores colaboradores de mi reino. Muchos o ya no dicen misa o no creen lo que están haciendo en el altar. A muchos de ellos los he atraído a mis templos, al servicio de mis altares, a celebrar mis misas. Si vieses qué liturgias tan maravillosas he sabido imponerles a ellos como ofensa grave contra la que celebráis en vuestras iglesias. Mis misas negras: celebraciones de lujuria, profanación de hostias y de vasos sagrados, profanados de tal modo que aquella no me lo permite describírtelo.
¡Qué porquerías tan bellas! ¡Lee mis rituales, están impresos!”
* * *
“Eres el eterno mono de Dios...”
"He esperado a estos últimos tiempos para hacer las mayores conquistas entre los sacerdotes, los frailes, las vírgenes consagradas a Él… Y su número crece de tal modo que si fuese capaz de alegrarme, sería mi delicia más grande”.
"Lo que dices es triste. Pero sé que una sola Misa ofrecida a Dios en reparación de todas estas cosas horribles le dará una satisfacción infinitamente más grande. ¡El sacrificio infinito de Cristo repara tus profanaciones!
“Hablas siempre de almas reparadoras; pero también a éstas sé cómo tratarlas; como desfogar sobre ellas mi furor Descargo sobre ellas un odio que me recompensa de todo el daño que hacen a mis intereses"
“Lo sé: La historia de la santidad está llena - en la medida en que Dios lo permite - de estas intervenciones malignas tuyas. Pero ¿con qué resultado? ¿Qué obtienes de ello?”
“Que puedo cansarlas, abatir su resistencia, llevarlas a la quiebra”.
“¿Qué logras? ¿Dios te lo consiente? Por el simple hecho de que Él te deja desfogar tu rabia contra estas almas, es signo de que las ha hecho invencibles. Y tú, con tus vejaciones, colaboras solamente al crecimiento de sus méritos, trabajas contra ti mismo... Las habrás hecho sólo más santas, más ricas de eficacia reparadora y conquistadora en el mundo de las almas. ¿Cuántas almas te han arrebatado Catalina de Siena, Teresa de Avila, el Cura de Ars, Don Bosco, Padre Pío,?"
“Al menos me vengo y les hago pagar caro el daño que me hacen".
“¡Eres un Pésimo calculador! Dios te lo permite porque colaboras a demostrar la potencia de su gracia y para tu mayor humillación, porque todas las veces que atacas a estas almas, el vencido eres tú".
“Tú sin embargo, denunciando estas intervenciones mías, solamente lograrás hacer reír a los teólogos y doctores. "
“Sobre esto no me preocupan nada ellos”.
* * *
Pausa. Parecía que se hubiese marchado. Me equivoqué, porque comenzó a hablarme con una nueva carga de odio y de desprecio.
“Tú nunca podrás comprender cuanto os odio a vosotros los hombres. Cuanto os detesto y cuanto sois detestables. Gozáis de un primado de dignidad sobre las bestias y sois las bestias más abominables. Vuestro ser me da asco. Os considero por debajo de vuestros cerdos. Creéis ser inteligentes y sois muy estúpidos. Bastaría que vieseis lo que os hago tragar por medio de tantos catedráticos puestos a mi servicio y que os regalo huecos de vana palabrería doctísima. ¡Piensa en lo que os hago beber y digerir con mi prensa! ¿Vosotros, la más noble criatura suya? Son suficientes unas pocas porquerías para compraros. Os rendís por nada a las lisonjas de mis mensajeros. Valoráis tanto vuestra libertad y os dejáis coger por mis más feroces negreros. ¡Oh, las burlas que os estoy haciendo en nombre de esta libertad! Mostráis horror por lo que es sucio y, dominados por vuestras pasiones, os revolcáis en vuestras inmundicias como puercos en el lodo. Por una mujer y por un puñado de oro os desencadenáis que es una maravilla.
Os ha ganado mucho aquel que ha derramado su sangre para redimiros. ¿Redimiros de qué? ¿Del pecado? Pero sí os introducís tanto en el que os ahogáis. ¡Y qué decir cuando desencadeno contra vosotros el espíritu de la envidia, de la maledicencia, del odio, de la rivalidad, de la venganza!"
"Cállate, que estás exagerando. Tú generalizas demasiado. Es la rabia envidiosa la que te tiene clavado a tu condena para toda la eternidad. Te baste esto: Dios nos ama con todos nuestros pecados, Cristo nos ha redimido y una sola gota de su sangre nos purifica de todo. Y nosotros podemos amarlo. Cuenta, si puedes, las almas que lo aman. Por una sola de ellas volvería a dar su vida voluntariamente de nuevo. Mientras tú, maldito, enfureces en tu odio por toda la eternidad. Pero dime, ¿Qué es la eternidad?"
"¿La eternidad? ¿Ahora... ¡un ahora siempre detenido!...?
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 7: Quinto encuentro
Esta vez pasó una semana entera en la que el Maligno no manifestó ningún signo de su presencia. Entre nosotros no se había dicho todo y con gusto esperaba su regreso.
Me preparaba a recitar vísperas a media tarde cuando el gran calendario holandés que colgaba de la pared de frente comenzó abanicar sus hojas como golpeado por el aire.
“En el nombre de María, dime de dónde vienes"
"Tu pregunta es estúpida”
“¿Por qué estúpida?”
"Porque yo no estoy en ningún sitio, no soy un cuerpo, una carroña como tú; soy espíritu”.
“¿Y el Infierno?”
“El infierno no es un lugar, no es un campo de concentración o un estanque de fuego, como vosotros pretenciosos lo vais describiendo. El infierno soy yo. Somos cada uno de nosotros. Es un estado".
“¿Pero entre vosotros, espíritus condenados, os conocéis?”
“¿Por qué no? Nos conocemos, nos odiamos, como os odiamos a vosotros marmotas, como odiamos a Él, vivimos encerrados cada uno en una soledad eterna, pero estamos de acuerdo en trabajar para daño vuestro."
“No vivís nada más que para esto”
“Nuestra esencia es el mal, es el rechazo de Él, es odiar todo y a todos”.
“¡La única miserable satisfacción que os queda!”
“¡No es ninguna satisfacción!“
"¡No comprendo, explícate!"
“Vosotros imagináis que odiar para nosotros, hacer el mal, destruir las obras de El, sea una satisfacción, una especie de consuelo, una alegría. También esto nos lo ha negado nuestro enemigo. Nosotros hacemos el mal por el mal. Atravesar el diseño de Él, arrancarle almas, especialmente aquellas que son más queridas para Él, no nos procura ninguna satisfacción, incluso Él nos lo hace pesar como si fuera un castigo; pero ejercitar nuestro odio, nuestra naturaleza maligna es una necesidad, aunque obremos a su despecho, para hacer el mal a sus criaturas”.
“Todas estas bellas cosas ya lo sabíamos. Quien primero ha definido quién eres ha sido Jesús. Y la Iglesia nos lo repite en sus enseñanzas. Los Santos nos ponen en guardia. Sabemos que eres el Maligno, que es el enemigo por excelencia, que eres homicida desde el principio, que eres el padre de la mentira, que eres un misterio de iniquidad, que eres el príncipe de este mundo, hasta que Dios te lo consienta. ¿Basta para tu retrato?”.
"Quizás, ¿pero con esto...?”
"Quieres decir que los hombres a pesar de esto, se dejan atrapar en tus redes... lo sé... Si reflexionasen sobre lo que eres y sobre lo que tramas contra ellos, estarían en guardia..., Por eso, de padre de la mentira y de espíritu de las tinieblas, te transfiguras en ángel de luz; te presentas a ellos como un refinado maestro de seducciones y les tiendes estas insidias de consejero galante. Y has enseñado muy bien este arte también a todos los colaboradores, incluso a ciertos eclesiásticos»
* * *
“Has hablado de almas muy queridas a Él: ¿Quiénes son?"
“¡Deberías saberlo! Aquellas más unidas a su amistad, Aquellas que Él logra conservar siempre suyas. Aquellas que trabajan y se gastan por sus intereses. Las que buscan su Gloria, Un enfermo que sufre por años y se ofrece por los demás. Un sacerdote que se conserva fiel, que reza mucho, al cual no hemos logrado jamás contaminar, que se sirve de la Misa - de esa tremenda y muy maldita Misa - para hacernos un mal inmenso y arrancamos multitud de almas. Estos son para nosotros los seres más odiosos, aquellos que mayormente perjudican los asuntos de nuestro reino”.
“Saberlo de tu boca es para mí un anuncio precioso”.
“Es aquella que me lo obliga a decir, que me hace responder a tus estúpidas preguntas?”.
“Continua aún sobre estas revelaciones. Para tu despecho, no puedes hacerme sino el bien. Las almas que tú odias más...”
“Son aquellas que nosotros cogemos más fuertemente al asalto. Hacer caer a un sacerdote nos recompensa más que mil almas que nos ha arrancado otro. Envolver a un sacerdote en la podredumbre de la lujuria, hacerle pasar una noche con una meretriz y a la mañana mandarlo celebrar Misa, mandarlo al confesionario, a ensuciar más que a purificar, es uno de los mayores desprecios que procuramos infligir a nuestro gran enemigo. Y lo logramos más de lo que se cree. “
“Por desgracia. Pero junto a estas almas elegidas caídas, sé que Él, en el silencio y en el ocultamiento, suscita muchísimas otras que se inmolan, que reparan y Le dan una gloria más grande de la que tú crees haberle arrebatado".
"No importa. A mi me preocupa incrementar el número de los sacerdotes que se pasan a mi lado. Son los mejores colaboradores de mi reino. Muchos o ya no dicen misa o no creen lo que están haciendo en el altar. A muchos de ellos los he atraído a mis templos, al servicio de mis altares, a celebrar mis misas. Si vieses qué liturgias tan maravillosas he sabido imponerles a ellos como ofensa grave contra la que celebráis en vuestras iglesias. Mis misas negras: celebraciones de lujuria, profanación de hostias y de vasos sagrados, profanados de tal modo que aquella no me lo permite describírtelo.
¡Qué porquerías tan bellas! ¡Lee mis rituales, están impresos!”
* * *
“Eres el eterno mono de Dios...”
"He esperado a estos últimos tiempos para hacer las mayores conquistas entre los sacerdotes, los frailes, las vírgenes consagradas a Él… Y su número crece de tal modo que si fuese capaz de alegrarme, sería mi delicia más grande”.
"Lo que dices es triste. Pero sé que una sola Misa ofrecida a Dios en reparación de todas estas cosas horribles le dará una satisfacción infinitamente más grande. ¡El sacrificio infinito de Cristo repara tus profanaciones!
“Hablas siempre de almas reparadoras; pero también a éstas sé cómo tratarlas; como desfogar sobre ellas mi furor Descargo sobre ellas un odio que me recompensa de todo el daño que hacen a mis intereses"
“Lo sé: La historia de la santidad está llena - en la medida en que Dios lo permite - de estas intervenciones malignas tuyas. Pero ¿con qué resultado? ¿Qué obtienes de ello?”
“Que puedo cansarlas, abatir su resistencia, llevarlas a la quiebra”.
“¿Qué logras? ¿Dios te lo consiente? Por el simple hecho de que Él te deja desfogar tu rabia contra estas almas, es signo de que las ha hecho invencibles. Y tú, con tus vejaciones, colaboras solamente al crecimiento de sus méritos, trabajas contra ti mismo... Las habrás hecho sólo más santas, más ricas de eficacia reparadora y conquistadora en el mundo de las almas. ¿Cuántas almas te han arrebatado Catalina de Siena, Teresa de Avila, el Cura de Ars, Don Bosco, Padre Pío,?"
“Al menos me vengo y les hago pagar caro el daño que me hacen".
“¡Eres un Pésimo calculador! Dios te lo permite porque colaboras a demostrar la potencia de su gracia y para tu mayor humillación, porque todas las veces que atacas a estas almas, el vencido eres tú".
“Tú sin embargo, denunciando estas intervenciones mías, solamente lograrás hacer reír a los teólogos y doctores. "
“Sobre esto no me preocupan nada ellos”.
* * *
Pausa. Parecía que se hubiese marchado. Me equivoqué, porque comenzó a hablarme con una nueva carga de odio y de desprecio.
“Tú nunca podrás comprender cuanto os odio a vosotros los hombres. Cuanto os detesto y cuanto sois detestables. Gozáis de un primado de dignidad sobre las bestias y sois las bestias más abominables. Vuestro ser me da asco. Os considero por debajo de vuestros cerdos. Creéis ser inteligentes y sois muy estúpidos. Bastaría que vieseis lo que os hago tragar por medio de tantos catedráticos puestos a mi servicio y que os regalo huecos de vana palabrería doctísima. ¡Piensa en lo que os hago beber y digerir con mi prensa! ¿Vosotros, la más noble criatura suya? Son suficientes unas pocas porquerías para compraros. Os rendís por nada a las lisonjas de mis mensajeros. Valoráis tanto vuestra libertad y os dejáis coger por mis más feroces negreros. ¡Oh, las burlas que os estoy haciendo en nombre de esta libertad! Mostráis horror por lo que es sucio y, dominados por vuestras pasiones, os revolcáis en vuestras inmundicias como puercos en el lodo. Por una mujer y por un puñado de oro os desencadenáis que es una maravilla.
Os ha ganado mucho aquel que ha derramado su sangre para redimiros. ¿Redimiros de qué? ¿Del pecado? Pero sí os introducís tanto en el que os ahogáis. ¡Y qué decir cuando desencadeno contra vosotros el espíritu de la envidia, de la maledicencia, del odio, de la rivalidad, de la venganza!"
"Cállate, que estás exagerando. Tú generalizas demasiado. Es la rabia envidiosa la que te tiene clavado a tu condena para toda la eternidad. Te baste esto: Dios nos ama con todos nuestros pecados, Cristo nos ha redimido y una sola gota de su sangre nos purifica de todo. Y nosotros podemos amarlo. Cuenta, si puedes, las almas que lo aman. Por una sola de ellas volvería a dar su vida voluntariamente de nuevo. Mientras tú, maldito, enfureces en tu odio por toda la eternidad. Pero dime, ¿Qué es la eternidad?"
"¿La eternidad? ¿Ahora... ¡un ahora siempre detenido!...?
Capítulo 8: Sexto encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 8: Sexto encuentro
Una tarde apenas había entrado en la habitación, y cogido por sorpresa por el imprevisto estrépito de un galope que me tuvo la respiración suspendida y me hizo comprender que se trataba de él.
«Esta vez has venido con el propósito de asustarme».
"Si pudiese hacerlo, sabría muy bien cómo hacerte temblar de miedo. Tu no sabes que tengo la fuerza de hacer temblar toda la tierra, si quiero. Tengo la fuerza de aguantar esta pelota del globo donde habitáis y lanzarla contra los demás astros o incluso tirarla en una de las bolsas solares y reducirla a cenizas."
“Has dicho: si quiero pero precisamente es esto lo que tú no puedes hacer. ¡El mundo está en manos de Aquel que lo ha creado, no en tus manos, bufón! Sé muy bien qué serías capaz de hacerlo; pero, encadenado como estás, no puedes dar miedo ni siquiera a un niño. Una vez más, tú eres un perro atado a una cadena. La inocencia de un niño te da miedo como la espada llameante de un arcángel".
* * *
"Goza de tu seguridad. Ahora te digo que pronto llegarán días en los cuales todo el mundo temblará con mi avanzada. Estoy preparando un desbarajuste universal que no te lo puedes imaginar"
“¿La bomba atómica?”
“Mucho peor. Antes, y más que todo esto, me importa el desconcierto de la humanidad entera, comenzando por la Iglesia, que debe ser la primera en desaparecer, esta durísima Iglesia Católica., que ahora la haré desaparecer en un baño de sangre”.
"Si Dios te lo permitiera..."
“Lo sé: os refugiáis en el viejo versículo “no prevalecerán". Sin embargo prevaleceremos. La meteremos en desconcierto, combatiéndola desde dentro”.
"Será quizás una prueba más fuerte que otras sufridas en el pasado. Una nueva gran marea. Después el Señor te dirá: «basta» y sobre tus ruinas resplandecerá de nuevo el sol de su triunfo. Purificada, la Iglesia florecerá como en primavera.
“Sin embargo el golpe que estoy preparando no será como los otros. Hasta ahora, en la Iglesia, a la que cogía por asalto, había un punto invencible de resistencia que me hizo perder muchísimos ataques. ¡Ahora verás!"
“Hace pocos decenios inspiré a Lenin, uno de mis mejores colaboradores, que para acabar con la religión era más importante introducir la lucha de clases en el seno de la Iglesia que atacar de frente la religión. Se trata de obrar disolviendo, de formar focos de división entre los fieles, pero sobre todo en los ambientes eclesiásticos y religiosos. Dividir a los obispos en dos bloques: los integristas y los progresistas. Revelar a los sacerdotes contra los obispos con miles de pretextos. Atacar de frente a la iglesia como combatiendo, para su bien, sus estructuras anticuadas y los abusos que la desfiguran. Con hábiles golpes formar en los ambientes eclesiásticos núcleos insatisfechos para atraerles poco a poco al clima fecundo de la lucha de clases. Adaptación lenta y paciente, con infiltración de nuevos contenidos en las ideas tradicionales. Se trata no de liquidar, en un primer momento a la Iglesia, si no de ponerla en el dique seco, incorporándola al servicio de la revolución comunista. El resto vendrá después”.
* * *
Una pausa alargada durante la cual miraba a mi Virgencita y mentalmente la invocaba. La voz volvió con un tono ronco, rabioso como rugido de bestia. El maligno subrayaba así sus propósitos catastróficos.
“Ahora estoy preparando un asalto táctico sobre todo contra aquel vestido de blanco. Él tiene sus activistas fanáticos. Me hace reír. ¡Que se atrevan a encontrarse con los míos! A los míos los escogeré sobre todo entre los suyos. Serán las mejores palancas. Comenzaré a encerrarlo poco a poco en un aislamiento completo. Induciré a sectores enteros de la cristiandad a abandonarlo. ¡Después vendrá el asalto que lo eliminará!"
"Hablas con tal seguridad que simplemente te hace ridículo”
“Con una seguridad, como puedes ver, que no tengo ni el menor miedo de revelarte mis planes. Por lo demás, ¿qué podrías tú contra ellos?"
"Orar al Señor para que te fulmine y para que la Virgen tenga bien custodiado a aquel vestido de blanco, que es su hijo predilecto”.
Él respondió con una palabrota y inmediatamente volvió a la carga:
“En un segundo momento trabajaré uno a uno a todos los párrocos con respecto a su pastor. Hoy el concepto de autoridad no funciona como antes. He logrado darle un golpe imprevisto e irreparable. El mito de la obediencia está ya superado. Por esta vía la Iglesia será llevada a la pulverización. Mientras tanto voy adelante diezmando continuamente a los sacerdotes, a los frailes hasta llegar a vaciar totalmente los seminarios y los conventos. Quitados del medio los así llamados `obreros de la viña´, se introducirán los míos y tendrán vía libre en su trabajo definitivo”.
* * *
"Pareces un estratega rico en fantasía, no hay nada que decir. Salvo que programas todo como si Cristo, el verdadero Jefe de la Iglesia, la hubiese abandonado para siempre y Él estuviese nuevamente muerto sin esperanza de resurrección. Tú, bufón grandilocuente, no ignoras que la Iglesia es Él. Ella es su Cuerpo místico. Y sabes bien que detrás del pastor visible está Él invisible y Él es fiel a la palabra dada: «No tengáis miedo, dijo, Yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos».Prueba y verás, tendrás que encontrártelas con Él y ¡huirás ante su sola presencia¡. Además, está María, Ella es la Madre de la Iglesia y basta una señal suya para tener paralizados a todos los ejércitos infernales”.
“Los acostumbrados viejos chismes. Todos estáis embutidos en frases hechas. Todos estáis adiestrados en el uso de estos temas comunes. Hoy, los primeros en reírse de estas frases hechas son vuestros sacerdotes, vuestros doctores, a los que yo he hinchado con el espíritu del orgullo y con el espíritu de rebelión. Mira cómo han sabido cambiar el moho teológico por los grandes ideales de la historia. Me he preparado y me he llevado a mi bando a sacerdotes politiqueros, a sacerdotes que apenas dicen Misa alguna, a sacerdotes chacharacheros, que asiduamente frecuentan ciertos grupos errados, a la caza de citas galantes, y cuando en torno a ellos surge el escándalo, en vez de avergonzarse como antes, se vanaglorian con alegría, y se sienten felices de haberse liberado de pesos insoportables. ¡Y ni decirte de los sacerdotes que sólo piensan en hacer dinero! Todos estos son mis mejores obreros".
"Has recorrido ya en el pasado los mismos caminos y Dios te ha dejado realizar también algunas conquistas. Sin embargo recuerda que cuando parecía que la plaga iba a gangrenarse y a extenderse a todo el cuerpo, Él intervino sin movilizar contra ti a ejércitos espectaculares, sino trabajando con unos pocos, en el silencio.
Tú cuentas con la masa, Él cuenta con unos pocos. Cuántas veces Él nos ha hecho ver que sirve más a la Iglesia un pequeño número de auténticos sacerdotes y religiosos, llenos de espíritu evangélico verdaderamente impregnados de fermento evangélico, impregnados de Amor y fervor, preparados a la renuncia, dispuestos al sacrificio total, quiero decir: Él cuenta con unos pocos santos mas que con una masa de sacerdotes burócratas, secularizados, embebidos en la mundanidad y mujeriegos. Dios te los regala, no sabe qué hacer con ellos, Él se servirá de unos pocos, pero serán suyos, y con éstos restaurará su Iglesia”.
“Estoy seguro de que te darás cuenta de que hoy en la Iglesia se encuentra trabajando un buen frente de almas silenciosas, no importa de que condición ni raza, especialmente sacerdotes y religiosos, que se preparan para combatirte, Muchos de ellos se unen en el nombre de María, proceden de nidos de oración y de amor a la Iglesia, y de obediencia al Papa. Trabajan por una Iglesia consolidada en su unidad y aceptan toda renovación legítima, pero rechazan las innovaciones arbitrarias, y están persuadidos del servicio insustituible del romano Pontífice y se aprietan en torno suyo como al único principio verdaderamente sólido de su unidad. Esta persuasión también se va haciendo camino secretamente entre algunos hermanos separados".
“Son almas silenciosas, que en vez de agitarse, trabajan en vez de proclamar discursos grandilocuentes, oran; en vez de pedir reformas continuamente, se reforman. Son almas escondidas, de las que sería difícil hacer una estadística, pero se sabe que existen, realmente se encuentran por todas partes, y se reúnen en grupos de oración y fraternidad. Quizás nunca como hoy florecen tantos Santos en la Iglesia. ¡Cuántos grupos de almas fervientes vemos surgir al servicio de la Iglesia!. Ella cuenta con éstos grupos, en su capacidad de fermentar a la masa. Son las revanchas de la generosidad divina a favor de la iglesia. Almas que trabajan en un apostolado capilar, que van descubriendo el rostro de Cristo en el ejercicio de la Caridad hacía sus hermanos, los pobres, los marginados, los más necesitados".
“¡No, espíritu rebelde! El balance de la acción de Dios en el mundo y en la Iglesia no es un fracaso. El curso de su acción no está paralizado por tus sabotajes. La Iglesia tiene direcciones y brotes que son invisibles y lejanos; pero Él está actuando siempre en Ella. ¡Invencible es Él! ¡Invencible es Ella! Y tú lo sabes, tú lo crees y tú solamente puedes aprovechar al máximo el tiempo que todavía te queda para hacer el mal. El día en que nuevamente escuches con pavor "Quien como Dios", será el día de tu derrota definitiva. ¡Para siempre!".
A este punto mi interlocutor se había ya marchado.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 8: Sexto encuentro
Una tarde apenas había entrado en la habitación, y cogido por sorpresa por el imprevisto estrépito de un galope que me tuvo la respiración suspendida y me hizo comprender que se trataba de él.
«Esta vez has venido con el propósito de asustarme».
"Si pudiese hacerlo, sabría muy bien cómo hacerte temblar de miedo. Tu no sabes que tengo la fuerza de hacer temblar toda la tierra, si quiero. Tengo la fuerza de aguantar esta pelota del globo donde habitáis y lanzarla contra los demás astros o incluso tirarla en una de las bolsas solares y reducirla a cenizas."
“Has dicho: si quiero pero precisamente es esto lo que tú no puedes hacer. ¡El mundo está en manos de Aquel que lo ha creado, no en tus manos, bufón! Sé muy bien qué serías capaz de hacerlo; pero, encadenado como estás, no puedes dar miedo ni siquiera a un niño. Una vez más, tú eres un perro atado a una cadena. La inocencia de un niño te da miedo como la espada llameante de un arcángel".
* * *
"Goza de tu seguridad. Ahora te digo que pronto llegarán días en los cuales todo el mundo temblará con mi avanzada. Estoy preparando un desbarajuste universal que no te lo puedes imaginar"
“¿La bomba atómica?”
“Mucho peor. Antes, y más que todo esto, me importa el desconcierto de la humanidad entera, comenzando por la Iglesia, que debe ser la primera en desaparecer, esta durísima Iglesia Católica., que ahora la haré desaparecer en un baño de sangre”.
"Si Dios te lo permitiera..."
“Lo sé: os refugiáis en el viejo versículo “no prevalecerán". Sin embargo prevaleceremos. La meteremos en desconcierto, combatiéndola desde dentro”.
"Será quizás una prueba más fuerte que otras sufridas en el pasado. Una nueva gran marea. Después el Señor te dirá: «basta» y sobre tus ruinas resplandecerá de nuevo el sol de su triunfo. Purificada, la Iglesia florecerá como en primavera.
“Sin embargo el golpe que estoy preparando no será como los otros. Hasta ahora, en la Iglesia, a la que cogía por asalto, había un punto invencible de resistencia que me hizo perder muchísimos ataques. ¡Ahora verás!"
“Hace pocos decenios inspiré a Lenin, uno de mis mejores colaboradores, que para acabar con la religión era más importante introducir la lucha de clases en el seno de la Iglesia que atacar de frente la religión. Se trata de obrar disolviendo, de formar focos de división entre los fieles, pero sobre todo en los ambientes eclesiásticos y religiosos. Dividir a los obispos en dos bloques: los integristas y los progresistas. Revelar a los sacerdotes contra los obispos con miles de pretextos. Atacar de frente a la iglesia como combatiendo, para su bien, sus estructuras anticuadas y los abusos que la desfiguran. Con hábiles golpes formar en los ambientes eclesiásticos núcleos insatisfechos para atraerles poco a poco al clima fecundo de la lucha de clases. Adaptación lenta y paciente, con infiltración de nuevos contenidos en las ideas tradicionales. Se trata no de liquidar, en un primer momento a la Iglesia, si no de ponerla en el dique seco, incorporándola al servicio de la revolución comunista. El resto vendrá después”.
* * *
Una pausa alargada durante la cual miraba a mi Virgencita y mentalmente la invocaba. La voz volvió con un tono ronco, rabioso como rugido de bestia. El maligno subrayaba así sus propósitos catastróficos.
“Ahora estoy preparando un asalto táctico sobre todo contra aquel vestido de blanco. Él tiene sus activistas fanáticos. Me hace reír. ¡Que se atrevan a encontrarse con los míos! A los míos los escogeré sobre todo entre los suyos. Serán las mejores palancas. Comenzaré a encerrarlo poco a poco en un aislamiento completo. Induciré a sectores enteros de la cristiandad a abandonarlo. ¡Después vendrá el asalto que lo eliminará!"
"Hablas con tal seguridad que simplemente te hace ridículo”
“Con una seguridad, como puedes ver, que no tengo ni el menor miedo de revelarte mis planes. Por lo demás, ¿qué podrías tú contra ellos?"
"Orar al Señor para que te fulmine y para que la Virgen tenga bien custodiado a aquel vestido de blanco, que es su hijo predilecto”.
Él respondió con una palabrota y inmediatamente volvió a la carga:
“En un segundo momento trabajaré uno a uno a todos los párrocos con respecto a su pastor. Hoy el concepto de autoridad no funciona como antes. He logrado darle un golpe imprevisto e irreparable. El mito de la obediencia está ya superado. Por esta vía la Iglesia será llevada a la pulverización. Mientras tanto voy adelante diezmando continuamente a los sacerdotes, a los frailes hasta llegar a vaciar totalmente los seminarios y los conventos. Quitados del medio los así llamados `obreros de la viña´, se introducirán los míos y tendrán vía libre en su trabajo definitivo”.
* * *
"Pareces un estratega rico en fantasía, no hay nada que decir. Salvo que programas todo como si Cristo, el verdadero Jefe de la Iglesia, la hubiese abandonado para siempre y Él estuviese nuevamente muerto sin esperanza de resurrección. Tú, bufón grandilocuente, no ignoras que la Iglesia es Él. Ella es su Cuerpo místico. Y sabes bien que detrás del pastor visible está Él invisible y Él es fiel a la palabra dada: «No tengáis miedo, dijo, Yo estoy con vosotros hasta la consumación de los siglos».Prueba y verás, tendrás que encontrártelas con Él y ¡huirás ante su sola presencia¡. Además, está María, Ella es la Madre de la Iglesia y basta una señal suya para tener paralizados a todos los ejércitos infernales”.
“Los acostumbrados viejos chismes. Todos estáis embutidos en frases hechas. Todos estáis adiestrados en el uso de estos temas comunes. Hoy, los primeros en reírse de estas frases hechas son vuestros sacerdotes, vuestros doctores, a los que yo he hinchado con el espíritu del orgullo y con el espíritu de rebelión. Mira cómo han sabido cambiar el moho teológico por los grandes ideales de la historia. Me he preparado y me he llevado a mi bando a sacerdotes politiqueros, a sacerdotes que apenas dicen Misa alguna, a sacerdotes chacharacheros, que asiduamente frecuentan ciertos grupos errados, a la caza de citas galantes, y cuando en torno a ellos surge el escándalo, en vez de avergonzarse como antes, se vanaglorian con alegría, y se sienten felices de haberse liberado de pesos insoportables. ¡Y ni decirte de los sacerdotes que sólo piensan en hacer dinero! Todos estos son mis mejores obreros".
"Has recorrido ya en el pasado los mismos caminos y Dios te ha dejado realizar también algunas conquistas. Sin embargo recuerda que cuando parecía que la plaga iba a gangrenarse y a extenderse a todo el cuerpo, Él intervino sin movilizar contra ti a ejércitos espectaculares, sino trabajando con unos pocos, en el silencio.
Tú cuentas con la masa, Él cuenta con unos pocos. Cuántas veces Él nos ha hecho ver que sirve más a la Iglesia un pequeño número de auténticos sacerdotes y religiosos, llenos de espíritu evangélico verdaderamente impregnados de fermento evangélico, impregnados de Amor y fervor, preparados a la renuncia, dispuestos al sacrificio total, quiero decir: Él cuenta con unos pocos santos mas que con una masa de sacerdotes burócratas, secularizados, embebidos en la mundanidad y mujeriegos. Dios te los regala, no sabe qué hacer con ellos, Él se servirá de unos pocos, pero serán suyos, y con éstos restaurará su Iglesia”.
“Estoy seguro de que te darás cuenta de que hoy en la Iglesia se encuentra trabajando un buen frente de almas silenciosas, no importa de que condición ni raza, especialmente sacerdotes y religiosos, que se preparan para combatirte, Muchos de ellos se unen en el nombre de María, proceden de nidos de oración y de amor a la Iglesia, y de obediencia al Papa. Trabajan por una Iglesia consolidada en su unidad y aceptan toda renovación legítima, pero rechazan las innovaciones arbitrarias, y están persuadidos del servicio insustituible del romano Pontífice y se aprietan en torno suyo como al único principio verdaderamente sólido de su unidad. Esta persuasión también se va haciendo camino secretamente entre algunos hermanos separados".
“Son almas silenciosas, que en vez de agitarse, trabajan en vez de proclamar discursos grandilocuentes, oran; en vez de pedir reformas continuamente, se reforman. Son almas escondidas, de las que sería difícil hacer una estadística, pero se sabe que existen, realmente se encuentran por todas partes, y se reúnen en grupos de oración y fraternidad. Quizás nunca como hoy florecen tantos Santos en la Iglesia. ¡Cuántos grupos de almas fervientes vemos surgir al servicio de la Iglesia!. Ella cuenta con éstos grupos, en su capacidad de fermentar a la masa. Son las revanchas de la generosidad divina a favor de la iglesia. Almas que trabajan en un apostolado capilar, que van descubriendo el rostro de Cristo en el ejercicio de la Caridad hacía sus hermanos, los pobres, los marginados, los más necesitados".
“¡No, espíritu rebelde! El balance de la acción de Dios en el mundo y en la Iglesia no es un fracaso. El curso de su acción no está paralizado por tus sabotajes. La Iglesia tiene direcciones y brotes que son invisibles y lejanos; pero Él está actuando siempre en Ella. ¡Invencible es Él! ¡Invencible es Ella! Y tú lo sabes, tú lo crees y tú solamente puedes aprovechar al máximo el tiempo que todavía te queda para hacer el mal. El día en que nuevamente escuches con pavor "Quien como Dios", será el día de tu derrota definitiva. ¡Para siempre!".
A este punto mi interlocutor se había ya marchado.
Capítulo 9: Séptimo encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 9: Séptimo encuentro
"¡Es sólo cuestión de tiempo!…"
Esta imprevista y perentoria afirmación interrumpió mi lectura de un libro que me estaba interesando mucho. Un grito de pavor me contuvo la respiración. Pero mi Protectora vino inmediatamente en mi ayuda y me puso tranquilo en la escucha, Esta vez el maligno se puso a hablarme con una solemnidad insólita, casi declamatoria: se reveló como el acostumbrado fanfarrón.
“¡Es cuestión sólo de tiempo! El proceso de destrucción de la Iglesia ya está en camino, una destrucción radical e imparable. Mis planes se cumplirán con una precisión y una puntualidad que os dejará estupefactos. Pronto esta vieja y podrida carcasa seguirá la suerte de tantas otras instituciones que han resistido un cierto tiempo y después han desaparecido... "
“¿Pero no ves, bufón, que siempre vuelves con la misma canción? Te falta siempre toda originalidad y fantasía, incluso para organizar el mal y así en vano intentas darme miedo".
"¿Por qué no me dejas continuar?"
Porque eres tremendamente aburrido. Me pareces un comediante que en la plaza repite siempre las mismas payasadas. Convéncete de que con tu insistencia en la amenaza de destruir a la Iglesia no sólo no me impresionas, sino que incluso me haces reír. La Iglesia, aunque está constituida por hombres que tienen sus miserias, es institución de Cristo, le pertenece a Él y sólo Él la gobierna en sus acontecimientos. En sus designios misteriosos Dios hace que la Iglesia obtenga ventajas incluso de las persecuciones y de las herejías. En el pasado, gracias al surgir de errores heréticos, muchos ´ puntos de la doctrina Católica han sido profundizados y precisados. Por esto la Iglesia mira con serenidad también a los teólogos contestatarios y confusos que hoy abundan. Con relación a ciertos problemas todavía no madurados, estos teólogos pueden tener una indisciplinada sensibilidad pero esto incluso puede ser estímulo para estudiar algunas cuestiones planteadas por ellos mas atentamente y descubrir en el fondo los elementos de verdad y de claridad útiles para el crecimiento de su depósito doctrinal”
"¿Y tú no estás repitiendo las mismas declamaciones?"
"Hace más de medio siglo que estás combatiendo contra Dios para hacerle desaparecer de Rusia, ¿lo has logrado? Lo sé, has hecho un mal inmenso a aquellas almas, pero la necesidad de Dios no has logrado quitarla todavía de millones de ellas. Has prometido a aquel pueblo un paraíso en la tierra y lo has hecho tan encantador y deseable que muchos se escapan de él en cuanto pueden”
* * *
“Corres demasiado y en tus locuras te atarán las manos"
Hoy te quiero decir algo nuevo. Algo de lo que quizás no te hayas dado cuenta. Hoy se ha unido decisivamente a nosotros la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, cuyo solo nombre - no quieres ni oírlo, por eso te lo repito - te hace temblar. Ella que ha dado la primera vez al mundo a Jesús, está ahora trabajando silenciosamente para colocarle de nuevo en las almas que se han alejado de Él, Se quiere servir de nosotros los sacerdotes: un grupo escogido de fidelísimos, preparados para inmolarse por su causa. Los está recogiendo de todas partes del mundo, sin ningún aparato organizado, es Ella misma quien les llama dulcemente a reclutarse en su Movimiento Sacerdotal.
Les llama sus predilectos. Esta Madre les está trabajando con corazón de Maestra, para entrenarles en la oración, en el amor a Jesús Eucarístico, en la fidelidad total al Papa”.
"Ella nos ha advertido de una gran tribulación que está llegando, que pronto nos darás gran batalla. En la lucha te enfrentarás con un grupo de sacerdotes asistidos y sostenidos por Ella. Contra tantos que se han dejado seducir por tus artimañas y que has alejado de Ella, María opondrá sus sacerdotes, les revestirá de su potencia. Les hará intrépidos en la hora de la gran purificación. A ellos confía la tarea de defender el honor y la causa de Jesús y de su Iglesia; serán los que acompañarán al Santo Padre en el camino del Calvario para verle vencer por medio de la Cruz. Esta seguridad nos viene de Ella y nosotros la vivimos con alegría."
“Comprendo, ¡todo sobre la falsa línea de las escenas absurdas de Fátima!...”
“Precisamente, aquí en Fátima, cuando nuestra Madre bendita ha preanunciado momentos terribles para el Papa, le ha prometido además su protección especial. Ella le defenderá por medio de sus sacerdotes, hombres forjados en la oración y muy amantes de su Rosario: El arma que te huele tan mal y te da tanto miedo. Tienes un terror invencible a todo sacerdote que ora. Continuamente lo experimentas, por eso recurres a todas tus artimañas para distraerle en la oración. Ahora María está preparando no sólo a uno, sino a un ejército de sacerdotes que oran, y que son amantes del Rosario.”
“Esta Madre Divina no nos engaña. Nos ha advertido muy bien que la hora de la prueba vendrá y que será dura. Pero nos asegura que en el momento en que creas ser el señor del mundo y te sientas seguro vencedor, Ella misma intervendrá para arrebatarte de la mano la presa. Tú serás destronado y al final la victoria sólo será de Jesús. Jesús quiere obtenerla así para tu mayor humillación, por medio de una mujer. Y la victoria de Ella será el triunfo del Corazón Inmaculado en los países sin Dios y en todo el resto del mundo.”
* * *
“¡Qué rápido eres para desdramatizar! Espera que lance contra vosotros a mis hombres transformados en verdaderos endemoniados. Les estoy preparando y entrenando para el ataque, que será pronto, imprevisto e inenarrable”.
"Nosotros nos armaremos de nuestra fe y estaremos a la espera… Dios no nos dejará solos. Contaremos con la protección de su Madre".
“He obtenido ya de hacerles trabajar al descubierto. No creerán que son manipulados por mí. Hoy ya nadie cree en mi presencia en el mundo. Prueba a hablar de mi acción en medio a vosotros. Te cubrirán de ridículo”
“Sí, en esto eres muy hábil. Pero no todos se han dejado atrapar por tus artimañas. Existe quien cree y advierte éste tu nefasto trabajo en medio del pueblo de Dios. ¡Tenemos aún la oración de la Iglesia contra ti, y recurrimos a ella!".
"¿Crees que los míos se detendrán ante cuatro perros que ladran?"
“¡Son sacerdotes de Cristo, no perros! Tú lo sabes: Quien durante su vida terrena, te arrojó de tantos pobres hombres poseídos, continúa arrojándote por medio de sus sacerdotes. Las derrotas que vas consiguiendo las conoces muy bien. Conocemos la rabia que te asalta cuando un sacerdote te barre y te ordena abandonar a las criaturas que tú has destrozado para satisfacer tu instinto maléfico. Es un poder comunicado por Cristo a sus ministros, incluyendo el mandato de ejercitarlo: “En mi Nombre arrojaréis demonios”. Y nosotros los sacerdotes lo hacemos. En estos choques entre tu poder y el de la Iglesia a nosotros comunicado, el balance para ti es absolutamente un fracaso. Es una experiencia que te aplasta."
“¡Retórica!... ¡Retórica!... ¿No ves como todo el horizonte se oscurece? Espera todavía un poco y verás como yo desencadeno un huracán... ¡Todos temblaréis como pobres hojas, y todas serán arrancadas del árbol”´
“Veo que conoces bastante bien la fuerza del miedo, la potencia del terror en el doblegar a los hombres a tus deseos. La esclavitud despiadada con que dominas regiones destruidas es invención de tu genio maléfico. Dios nos conquista con el amor y nos impone un peso ligero, tú tienes a los tuyos sujetos con puño de acero y con el asombro. Para que no se te escapen, recurres a las cárceles de hierros. ¡No obra así nuestro Dios! El terror es la fuerza de tu gobierno, que es gobierno de opresión y de odio: ¡Tú mismo lo has dicho! Nosotros no tenemos ningún motivo para temer tus argumentos catastróficos de fin del mundo..."
"¡Estás muy seguro de ti mismo; pero verás!”
“Podemos temer todo de nuestra debilidad! Pero es precisamente esta debilidad la que nos hace recurrir a Quien es nuestra fuerza! Nosotros sabemos que en el cielo hay un Padre Omnipotente que nos ama: y es la revelación más tierna y exultante de Jesús. Con la fe en este amor nosotros desafiamos todos los pesimismos que puede inspirarnos la visión de un mundo tan horriblemente descompuesto por ti. Desafiamos todos los miedos que intentas insinuarnos con tus amenazas para desplomar nuestra resistencia al mal. Espíritu mezquino y malvado, ¡Dios está con nosotros! Mientras que tú eres un maldito de Dios. Nosotros tenemos fe en el amor, es esta fe la que te hace temblar, por eso recurres a todas tus artimañas para arrancársela a las almas. Para vencerlas tienes necesidad de desarmarlas"
"¡Cuando veáis mis milagros terroríficos...!”
“Tú no puedes hacer nada más que simulaciones de milagros, Los verdaderos son el sello exclusivo de Dios. Contra Él, que es el Autor de la vida, has organizado hecatombes de muertes; te complaces haciendo millones de víctimas con las guerras atómicas, con las ejecuciones en masa realizadas por los policías de estado, con los abortos que llevan a una escala ascendente que supera todos los exterminios registrados en la historia. Pero olvidas que la muerte ha sido vencida por el Autor de la vida. Al final de los tiempos se hará el balance entre las ganancias hechas por Dios y tus pérdidas”.
Aquí el maligno se enfureció. Me vino a la mente la oración del exorcismo ya usada, privadamente, otras veces con éxito para liberar las almas horriblemente vejadas por el maligno. Es una oración para mi uso privado, pero que siempre he experimentado como eficaz. Es ésta:
- Señor Jesús, durante tu vida mortal, siempre tuviste una inmensa piedad por las almas poseídas y atormentadas por Satanás, y jamás dejaste de liberarlas con el poder de tus palabras. Diste este mismo poder a tus discípulos y ordenaste que lo ejercitarán, diciéndoles: “En mi Nombre expulsaréis demonios” Armados por este Divino mandato, confiando en la potencia de tu Nombre y en la intercesión de María, vencedora del enemigo infernal:
Yo te digo a ti, Espíritu inmundo, que dejes en paz a esta criatura de Dios: por lo tanto, te exorcizo en el nombre del Padre + que la ha creado, del Hijo + que la redimido,+ del Espíritu Santo + que la santificado. Te exorcizo en el nombre de la Bendita Virgen María + que la ha puesto bajo su custodia; en el nombre de San Miguel Arcángel + triunfador de todos los Espíritus rebeldes, y en el nombre de todos los Santos y Santas + que está alma invoca con confianza.
Te ordeno, Espíritu maldito, no yo pobre pecador, sino como sacerdote de Cristo; no por virtud mía, sino por la de Jesús vencedor de todos los enemigos infernales, no con mi poder, sino con el que me ha sido dado por la Iglesia; te ordeno salir de esta criatura de Dios e irte al infierno, preparado para ti y para tus seguidores, en el nombre del Padre +, del Hijo + y del Espíritu Santo + Amén.-
Al finalizar esta oración esperé que el Maligno diese algún signo de reacción pero no se hizo oír más. Me pareció salir de un sueño atormentado. Estaba bañado en sudor, y el alma recobró pronto dulcemente la serenidad.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 9: Séptimo encuentro
"¡Es sólo cuestión de tiempo!…"
Esta imprevista y perentoria afirmación interrumpió mi lectura de un libro que me estaba interesando mucho. Un grito de pavor me contuvo la respiración. Pero mi Protectora vino inmediatamente en mi ayuda y me puso tranquilo en la escucha, Esta vez el maligno se puso a hablarme con una solemnidad insólita, casi declamatoria: se reveló como el acostumbrado fanfarrón.
“¡Es cuestión sólo de tiempo! El proceso de destrucción de la Iglesia ya está en camino, una destrucción radical e imparable. Mis planes se cumplirán con una precisión y una puntualidad que os dejará estupefactos. Pronto esta vieja y podrida carcasa seguirá la suerte de tantas otras instituciones que han resistido un cierto tiempo y después han desaparecido... "
“¿Pero no ves, bufón, que siempre vuelves con la misma canción? Te falta siempre toda originalidad y fantasía, incluso para organizar el mal y así en vano intentas darme miedo".
"¿Por qué no me dejas continuar?"
Porque eres tremendamente aburrido. Me pareces un comediante que en la plaza repite siempre las mismas payasadas. Convéncete de que con tu insistencia en la amenaza de destruir a la Iglesia no sólo no me impresionas, sino que incluso me haces reír. La Iglesia, aunque está constituida por hombres que tienen sus miserias, es institución de Cristo, le pertenece a Él y sólo Él la gobierna en sus acontecimientos. En sus designios misteriosos Dios hace que la Iglesia obtenga ventajas incluso de las persecuciones y de las herejías. En el pasado, gracias al surgir de errores heréticos, muchos ´ puntos de la doctrina Católica han sido profundizados y precisados. Por esto la Iglesia mira con serenidad también a los teólogos contestatarios y confusos que hoy abundan. Con relación a ciertos problemas todavía no madurados, estos teólogos pueden tener una indisciplinada sensibilidad pero esto incluso puede ser estímulo para estudiar algunas cuestiones planteadas por ellos mas atentamente y descubrir en el fondo los elementos de verdad y de claridad útiles para el crecimiento de su depósito doctrinal”
"¿Y tú no estás repitiendo las mismas declamaciones?"
"Hace más de medio siglo que estás combatiendo contra Dios para hacerle desaparecer de Rusia, ¿lo has logrado? Lo sé, has hecho un mal inmenso a aquellas almas, pero la necesidad de Dios no has logrado quitarla todavía de millones de ellas. Has prometido a aquel pueblo un paraíso en la tierra y lo has hecho tan encantador y deseable que muchos se escapan de él en cuanto pueden”
* * *
“Corres demasiado y en tus locuras te atarán las manos"
Hoy te quiero decir algo nuevo. Algo de lo que quizás no te hayas dado cuenta. Hoy se ha unido decisivamente a nosotros la Madre de Dios, la Madre de la Iglesia, cuyo solo nombre - no quieres ni oírlo, por eso te lo repito - te hace temblar. Ella que ha dado la primera vez al mundo a Jesús, está ahora trabajando silenciosamente para colocarle de nuevo en las almas que se han alejado de Él, Se quiere servir de nosotros los sacerdotes: un grupo escogido de fidelísimos, preparados para inmolarse por su causa. Los está recogiendo de todas partes del mundo, sin ningún aparato organizado, es Ella misma quien les llama dulcemente a reclutarse en su Movimiento Sacerdotal.
Les llama sus predilectos. Esta Madre les está trabajando con corazón de Maestra, para entrenarles en la oración, en el amor a Jesús Eucarístico, en la fidelidad total al Papa”.
"Ella nos ha advertido de una gran tribulación que está llegando, que pronto nos darás gran batalla. En la lucha te enfrentarás con un grupo de sacerdotes asistidos y sostenidos por Ella. Contra tantos que se han dejado seducir por tus artimañas y que has alejado de Ella, María opondrá sus sacerdotes, les revestirá de su potencia. Les hará intrépidos en la hora de la gran purificación. A ellos confía la tarea de defender el honor y la causa de Jesús y de su Iglesia; serán los que acompañarán al Santo Padre en el camino del Calvario para verle vencer por medio de la Cruz. Esta seguridad nos viene de Ella y nosotros la vivimos con alegría."
“Comprendo, ¡todo sobre la falsa línea de las escenas absurdas de Fátima!...”
“Precisamente, aquí en Fátima, cuando nuestra Madre bendita ha preanunciado momentos terribles para el Papa, le ha prometido además su protección especial. Ella le defenderá por medio de sus sacerdotes, hombres forjados en la oración y muy amantes de su Rosario: El arma que te huele tan mal y te da tanto miedo. Tienes un terror invencible a todo sacerdote que ora. Continuamente lo experimentas, por eso recurres a todas tus artimañas para distraerle en la oración. Ahora María está preparando no sólo a uno, sino a un ejército de sacerdotes que oran, y que son amantes del Rosario.”
“Esta Madre Divina no nos engaña. Nos ha advertido muy bien que la hora de la prueba vendrá y que será dura. Pero nos asegura que en el momento en que creas ser el señor del mundo y te sientas seguro vencedor, Ella misma intervendrá para arrebatarte de la mano la presa. Tú serás destronado y al final la victoria sólo será de Jesús. Jesús quiere obtenerla así para tu mayor humillación, por medio de una mujer. Y la victoria de Ella será el triunfo del Corazón Inmaculado en los países sin Dios y en todo el resto del mundo.”
* * *
“¡Qué rápido eres para desdramatizar! Espera que lance contra vosotros a mis hombres transformados en verdaderos endemoniados. Les estoy preparando y entrenando para el ataque, que será pronto, imprevisto e inenarrable”.
"Nosotros nos armaremos de nuestra fe y estaremos a la espera… Dios no nos dejará solos. Contaremos con la protección de su Madre".
“He obtenido ya de hacerles trabajar al descubierto. No creerán que son manipulados por mí. Hoy ya nadie cree en mi presencia en el mundo. Prueba a hablar de mi acción en medio a vosotros. Te cubrirán de ridículo”
“Sí, en esto eres muy hábil. Pero no todos se han dejado atrapar por tus artimañas. Existe quien cree y advierte éste tu nefasto trabajo en medio del pueblo de Dios. ¡Tenemos aún la oración de la Iglesia contra ti, y recurrimos a ella!".
"¿Crees que los míos se detendrán ante cuatro perros que ladran?"
“¡Son sacerdotes de Cristo, no perros! Tú lo sabes: Quien durante su vida terrena, te arrojó de tantos pobres hombres poseídos, continúa arrojándote por medio de sus sacerdotes. Las derrotas que vas consiguiendo las conoces muy bien. Conocemos la rabia que te asalta cuando un sacerdote te barre y te ordena abandonar a las criaturas que tú has destrozado para satisfacer tu instinto maléfico. Es un poder comunicado por Cristo a sus ministros, incluyendo el mandato de ejercitarlo: “En mi Nombre arrojaréis demonios”. Y nosotros los sacerdotes lo hacemos. En estos choques entre tu poder y el de la Iglesia a nosotros comunicado, el balance para ti es absolutamente un fracaso. Es una experiencia que te aplasta."
“¡Retórica!... ¡Retórica!... ¿No ves como todo el horizonte se oscurece? Espera todavía un poco y verás como yo desencadeno un huracán... ¡Todos temblaréis como pobres hojas, y todas serán arrancadas del árbol”´
“Veo que conoces bastante bien la fuerza del miedo, la potencia del terror en el doblegar a los hombres a tus deseos. La esclavitud despiadada con que dominas regiones destruidas es invención de tu genio maléfico. Dios nos conquista con el amor y nos impone un peso ligero, tú tienes a los tuyos sujetos con puño de acero y con el asombro. Para que no se te escapen, recurres a las cárceles de hierros. ¡No obra así nuestro Dios! El terror es la fuerza de tu gobierno, que es gobierno de opresión y de odio: ¡Tú mismo lo has dicho! Nosotros no tenemos ningún motivo para temer tus argumentos catastróficos de fin del mundo..."
"¡Estás muy seguro de ti mismo; pero verás!”
“Podemos temer todo de nuestra debilidad! Pero es precisamente esta debilidad la que nos hace recurrir a Quien es nuestra fuerza! Nosotros sabemos que en el cielo hay un Padre Omnipotente que nos ama: y es la revelación más tierna y exultante de Jesús. Con la fe en este amor nosotros desafiamos todos los pesimismos que puede inspirarnos la visión de un mundo tan horriblemente descompuesto por ti. Desafiamos todos los miedos que intentas insinuarnos con tus amenazas para desplomar nuestra resistencia al mal. Espíritu mezquino y malvado, ¡Dios está con nosotros! Mientras que tú eres un maldito de Dios. Nosotros tenemos fe en el amor, es esta fe la que te hace temblar, por eso recurres a todas tus artimañas para arrancársela a las almas. Para vencerlas tienes necesidad de desarmarlas"
"¡Cuando veáis mis milagros terroríficos...!”
“Tú no puedes hacer nada más que simulaciones de milagros, Los verdaderos son el sello exclusivo de Dios. Contra Él, que es el Autor de la vida, has organizado hecatombes de muertes; te complaces haciendo millones de víctimas con las guerras atómicas, con las ejecuciones en masa realizadas por los policías de estado, con los abortos que llevan a una escala ascendente que supera todos los exterminios registrados en la historia. Pero olvidas que la muerte ha sido vencida por el Autor de la vida. Al final de los tiempos se hará el balance entre las ganancias hechas por Dios y tus pérdidas”.
Aquí el maligno se enfureció. Me vino a la mente la oración del exorcismo ya usada, privadamente, otras veces con éxito para liberar las almas horriblemente vejadas por el maligno. Es una oración para mi uso privado, pero que siempre he experimentado como eficaz. Es ésta:
- Señor Jesús, durante tu vida mortal, siempre tuviste una inmensa piedad por las almas poseídas y atormentadas por Satanás, y jamás dejaste de liberarlas con el poder de tus palabras. Diste este mismo poder a tus discípulos y ordenaste que lo ejercitarán, diciéndoles: “En mi Nombre expulsaréis demonios” Armados por este Divino mandato, confiando en la potencia de tu Nombre y en la intercesión de María, vencedora del enemigo infernal:
Yo te digo a ti, Espíritu inmundo, que dejes en paz a esta criatura de Dios: por lo tanto, te exorcizo en el nombre del Padre + que la ha creado, del Hijo + que la redimido,+ del Espíritu Santo + que la santificado. Te exorcizo en el nombre de la Bendita Virgen María + que la ha puesto bajo su custodia; en el nombre de San Miguel Arcángel + triunfador de todos los Espíritus rebeldes, y en el nombre de todos los Santos y Santas + que está alma invoca con confianza.
Te ordeno, Espíritu maldito, no yo pobre pecador, sino como sacerdote de Cristo; no por virtud mía, sino por la de Jesús vencedor de todos los enemigos infernales, no con mi poder, sino con el que me ha sido dado por la Iglesia; te ordeno salir de esta criatura de Dios e irte al infierno, preparado para ti y para tus seguidores, en el nombre del Padre +, del Hijo + y del Espíritu Santo + Amén.-
Al finalizar esta oración esperé que el Maligno diese algún signo de reacción pero no se hizo oír más. Me pareció salir de un sueño atormentado. Estaba bañado en sudor, y el alma recobró pronto dulcemente la serenidad.
Capítulo 10: Octavo encuentro
Un exorcista entrevista al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 10: Octavo encuentro
Apenas me había dormido un poco en la siesta cuando la habitación fue inundada de un hedor que me hizo contener la respiración. Miré a mi alrededor: la puerta y las ventanas estaban cerradas. Era un aire fétido que se movía como agitado por un ventilador. ¿Qué sucede? Pronto me di cuenta de que esto significaba una nueva visita del Maligno e invoqué la asistencia de Ella.
"¿Será acaso tu billete de presentación?”
“¡Sí!”
“No sabía que un espíritu puro se anunciase con tanto hedor"
“Apenas he soplado sobre el hedor de vuestras miserables carroñas"
"Pienso por el contrario que sea el tufo de tu esencia de pecado”
"¿No has dicho tú mismo que un espíritu no puede oler mal?"
"No es del todo así pero basta: en nombre de tu gran enemiga, ¿Qué quieres?
"Interrógame"
Me recogí un instante en mi mismo:
“Háblame de las artimañas que utilizas para seducir a las almas",
“¿Tienes necesidad de que te lo revele yo? Eres maestro en Israel “.
"Pero prefiero que me hables tú de ello, maestro de seducción”
* * *
Parecía que no se decidiese a responder: pero advertía que estaba allí.
“¡Vamos, te impongo que me respondas!"
"No se necesita mucha habilidad para atraparos en el lazo a vosotros, miserables. Sois tan estúpidos y tan frágiles que da vergüenza a quien os ha amasado. Normalmente, puestos delante de lo que Él os prohíbe, basta un pequeño empujón”.
Esto puede suceder con almas desprevenidas, que no tienen suficiente temor de Dios, que no recurren a los medios para vencer tus tentaciones, sobre todo si no oran y si no tienen contacto con el Señor... ¿Pero las otras?"
“A éstas me las como lo mismo; se necesita solo un poco más de tiempo y de paciencia. Basta conocer los gustos, las tendencias, los innumerables enganches que todos lleváis consigo y con los cuales os aferráis: la lujuria, la ira, la ambición, la envidia, el orgullo, la sed de dinero, de bienes terrenos, la maledicencia... Si supieseis los servicios que nos hace una lengua maléfica sembradora de discordias... A las almas que muestran mayor resistencia no me acerco jamás a ellas con un asalto frontal. Las conquistó con maniobras y doy vueltas alrededor, o excavando el terreno bajos sus pies, provocando las pasiones hasta cansarlas, y llevándolas también a la desesperación. Persuadiéndolas poco o poco de que ciertos mandamientos son imposibles: que vuestro amo es un tirano; que tal cosa no puede ser pecado...”
"Es la artimaña que hoy estas utilizando más, demoler el sentido del pecado...”
"También aquí mis mejores colaboradores son los sacerdotes... Si supieses cuánto me ha costado cansarles de estar en aquellas casetas para escuchar cantinelas!... Así finalmente he logrado que se predique que la confesión no es necesaria, he logrado despoblar los confesonarios y enviar un montón de gente, que es mía, a hacer grandes comilonas de comuniones. Si supieses a cuántas meretrices, a cuantos comilones y profanadores, ladrones y violentos les mando a recibirla "´
"Estoy convencido de que generalizas demasiado y que contra tantos que caen en esta trampa, hay tantos que huyen de ti, especialmente si son almas que oran y se esfuerzan por vivir en Gracia".
Una pausa muy larga: «¿No es verdad que el arma de la oración te da miedo y que en tus asaltos te hace retirar avergonzado?".
"Debo admitirlo: pero contra aquellos que usan la oración no los atacó jamás de frente. Busco poco a poco y de todas maneras posibles, molestar su oración, distraerles con mil tonterías, llevarles lentamente a la náusea. Mientras tanto intensificó contra ellos mis tentaciones. A la vez buscó convencerles que Él no les escucha, que es inútil la oración, porque aún no ha perdonado ciertos pecados pasados, porque se ha abusado demasiado de su Misericordia... “.
“La vieja trampa: primero haces caer a las almas en el pecado persuadiéndoles de que no es pecado, y que Dios perdona todo; después de haberles hecho caer, les restituyes la vergüenza para no confesarse por lo que han hecho, haces revivir el sentido del pecado y lo agrandas hasta hacer creer que para ellas no hay perdón. Primero la presunción, después la desesperación: dos vías óptimas para perjudicar a las almas".
“Es un truco que da resultado...”
“¡Sin embargo la Misericordia de Dios es infinitamente más grande que tus artimañas y que tus conquistas momentáneas. Las almas le han costado la sangre de su Hijo y conoce infinitos caminos para encauzarlas a su dominio!".
* * *
"Hay que ver cuanto exageras pensando en eso de la Misericordia”
En este momento fui yo quien tomé una pausa de tiempo.
"Esta es una de tus insinuaciones más diabólicas y la más mentirosa. Sabes que Dios nos ama infinitamente, que una sola gota de la sangre de Jesús basta para lavar todos los pecados del mundo, que nosotros podemos pecar por falta de confianza en su Misericordia, pero jamás por haber creído en su indulgentísima bondad. Para ti no hubo ni habrá jamás perdón; para nosotros siempre; basta que no lo rechacemos tenazmente, consciente-mente, hasta el último instante. Él, antes de dejar un alma en tus manos, usa todos los recursos de su amor, que son infinitos. ¡Todo esto lo sabes, lo experimentas en todo momento y la omnipotencia de este amor gratuito y redentor que Él tiene por nosotros es el infierno de tu infierno!".
“Eres el abogado de una causa muy mal presentada. Tú dices que él es omnisciente, mira dónde llega su perfidia, su cínica crueldad... sabe que muchos de vosotros seréis míos, lo prevé, sin embargo los crea, ¿Por qué los crea?, ¿para quién? ¡Para mí! "
“He aquí otra artimaña con la que buscas embaucar a las almas. Me basta creer firmemente en el Amor para rechazar estas insinuaciones. Dios nos ha creado por Amor. Nuestro destino es el de Vivir el Amor en Dios ocupando los puestos de los que tú y los tuyos habéis sido arrojados. Para eso nos ha redimido y nos ofrece todos los medios para alcanzar su redención. Sin embargo Dios respeta siempre nuestra libertad, por eso no coarta a nadie para que acepte su salvación... Pero en sus manos dispone, con su Bondad, inimaginables caminos para inducir también a las almas rebeldes a la dócil aceptación de su Gracia".
"Ahora eres tú quien estás filosofando”.
"Déjame decir: El don de la libertad confiere al hombre un valor y una dignidad inviolables, tal es, que si alguno abusara de ellos... Dios ha querido antes correr el riesgo de dejarlo libre y aunque voluntariamente quisiera perderse, Él nunca le privaría de su libertad. Es el hombre el que no quiere dar a Dios su amor, no es que sea Dios el que no quiera Amar al hombre, como tú quieres presentar. Dios es puro Amor en todos sus actos, si no, no sería Dios.
* * *
“¡Tú no quieres responder a mi objeción!...”
“¡Eres tú quien no quiere comprender! La libertad la Misericordia, el sufrimiento, especialmente la muerte de su Hijo, la comunión de los Santos, su Gloria eterna son tales bienes que justifican por sí mismos el permitir la posibilidad de la perdida voluntaria y obstinada de algunos malvados que libremente decidan meterse y colocarse en tu bando”.
“Tú deliras y no me dejas hablar… Has dicho que Él ha preferido correr el riesgo de la perdida... “.
"Sí, lo he dicho. Pero Él ha hecho todo lo que era posible para atenuar, para alejar ese riesgo. Él podía, es verdad, recurrir a su Omnipotencia eliminando además el argumento de tal riesgo. Pero Dios no se comporta como vuestros tiranos, que cuando no pueden doblegar una voluntad, la matan. Él no es el Dios de muertos, sino de Vivos. Él no ha querido privar a los obstinados de su libertad de elección. Ha tenido hacia ellos un respeto infinito. Pero, repito, para impedir la trágica posibilidad de su ruina, ha hecho todo lo que Divinamente era posible".
"Te comportas en tus delirios corno un viejo escolástico...”
“¡Acepto! desde el momento en que Dios nos ha amado hasta el punto de darnos la Sangre y la Vida de su Hijo, no hay objeción alguna posible contra la inmensidad y la universalidad de su Amor. Es verdad que al mismo tiempo en que nos hacía tan gran don, veía a aquellos que habrían rechazado Su salvación. Y sin embargo los creó igualmente; obró en su Omnipotencia operando la Creación, conociendo aquella parte de los que, a pesar de su Amor, le rechazarían obstinada y voluntariamente. ¡Misterio adorable! Sin embargo, te baste saber a ti, misterio de iniquidad, que si no hubieras vertido sobre la humanidad las cataratas del mal y del pecado, nosotros los hombres no habríamos podido ser capaces de conocer hasta qué punto nos ama Dios. La Iglesia - repito - paradójicamente nos hace cantar: "¡Oh feliz culpa la de Adán!"
“Y aún así me ganaré a la mayor parte de las criaturas tan amorosamente redimidas por Él”.
“¿La mayor parte? ¡mientes! La sangre de Cristo tiene tal eficacia Salvadora que tu no puedes ni podrás lanzar desafío semejante al Amor de Dios. Esta sangre ha sido esparcida sobre todos los hijos de Adán, sin exceptuara ninguno. Ella tiene el poder de llegar, por caminos misteriosos, a todas las almas creadas. Dios -repito - te deja sólo aquellos que voluntariamente han escogido estar contigo. Es para tu mayor castigo. Porque su compañía no atenúa, sino que aumenta inmensamente el peso de tu condena. ¡Para toda la eternidad!".
Desde entonces mi interlocutor - durante bastante tiempo - no se hizo vivo.
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 10: Octavo encuentro
Apenas me había dormido un poco en la siesta cuando la habitación fue inundada de un hedor que me hizo contener la respiración. Miré a mi alrededor: la puerta y las ventanas estaban cerradas. Era un aire fétido que se movía como agitado por un ventilador. ¿Qué sucede? Pronto me di cuenta de que esto significaba una nueva visita del Maligno e invoqué la asistencia de Ella.
"¿Será acaso tu billete de presentación?”
“¡Sí!”
“No sabía que un espíritu puro se anunciase con tanto hedor"
“Apenas he soplado sobre el hedor de vuestras miserables carroñas"
"Pienso por el contrario que sea el tufo de tu esencia de pecado”
"¿No has dicho tú mismo que un espíritu no puede oler mal?"
"No es del todo así pero basta: en nombre de tu gran enemiga, ¿Qué quieres?
"Interrógame"
Me recogí un instante en mi mismo:
“Háblame de las artimañas que utilizas para seducir a las almas",
“¿Tienes necesidad de que te lo revele yo? Eres maestro en Israel “.
"Pero prefiero que me hables tú de ello, maestro de seducción”
* * *
Parecía que no se decidiese a responder: pero advertía que estaba allí.
“¡Vamos, te impongo que me respondas!"
"No se necesita mucha habilidad para atraparos en el lazo a vosotros, miserables. Sois tan estúpidos y tan frágiles que da vergüenza a quien os ha amasado. Normalmente, puestos delante de lo que Él os prohíbe, basta un pequeño empujón”.
Esto puede suceder con almas desprevenidas, que no tienen suficiente temor de Dios, que no recurren a los medios para vencer tus tentaciones, sobre todo si no oran y si no tienen contacto con el Señor... ¿Pero las otras?"
“A éstas me las como lo mismo; se necesita solo un poco más de tiempo y de paciencia. Basta conocer los gustos, las tendencias, los innumerables enganches que todos lleváis consigo y con los cuales os aferráis: la lujuria, la ira, la ambición, la envidia, el orgullo, la sed de dinero, de bienes terrenos, la maledicencia... Si supieseis los servicios que nos hace una lengua maléfica sembradora de discordias... A las almas que muestran mayor resistencia no me acerco jamás a ellas con un asalto frontal. Las conquistó con maniobras y doy vueltas alrededor, o excavando el terreno bajos sus pies, provocando las pasiones hasta cansarlas, y llevándolas también a la desesperación. Persuadiéndolas poco o poco de que ciertos mandamientos son imposibles: que vuestro amo es un tirano; que tal cosa no puede ser pecado...”
"Es la artimaña que hoy estas utilizando más, demoler el sentido del pecado...”
"También aquí mis mejores colaboradores son los sacerdotes... Si supieses cuánto me ha costado cansarles de estar en aquellas casetas para escuchar cantinelas!... Así finalmente he logrado que se predique que la confesión no es necesaria, he logrado despoblar los confesonarios y enviar un montón de gente, que es mía, a hacer grandes comilonas de comuniones. Si supieses a cuántas meretrices, a cuantos comilones y profanadores, ladrones y violentos les mando a recibirla "´
"Estoy convencido de que generalizas demasiado y que contra tantos que caen en esta trampa, hay tantos que huyen de ti, especialmente si son almas que oran y se esfuerzan por vivir en Gracia".
Una pausa muy larga: «¿No es verdad que el arma de la oración te da miedo y que en tus asaltos te hace retirar avergonzado?".
"Debo admitirlo: pero contra aquellos que usan la oración no los atacó jamás de frente. Busco poco a poco y de todas maneras posibles, molestar su oración, distraerles con mil tonterías, llevarles lentamente a la náusea. Mientras tanto intensificó contra ellos mis tentaciones. A la vez buscó convencerles que Él no les escucha, que es inútil la oración, porque aún no ha perdonado ciertos pecados pasados, porque se ha abusado demasiado de su Misericordia... “.
“La vieja trampa: primero haces caer a las almas en el pecado persuadiéndoles de que no es pecado, y que Dios perdona todo; después de haberles hecho caer, les restituyes la vergüenza para no confesarse por lo que han hecho, haces revivir el sentido del pecado y lo agrandas hasta hacer creer que para ellas no hay perdón. Primero la presunción, después la desesperación: dos vías óptimas para perjudicar a las almas".
“Es un truco que da resultado...”
“¡Sin embargo la Misericordia de Dios es infinitamente más grande que tus artimañas y que tus conquistas momentáneas. Las almas le han costado la sangre de su Hijo y conoce infinitos caminos para encauzarlas a su dominio!".
* * *
"Hay que ver cuanto exageras pensando en eso de la Misericordia”
En este momento fui yo quien tomé una pausa de tiempo.
"Esta es una de tus insinuaciones más diabólicas y la más mentirosa. Sabes que Dios nos ama infinitamente, que una sola gota de la sangre de Jesús basta para lavar todos los pecados del mundo, que nosotros podemos pecar por falta de confianza en su Misericordia, pero jamás por haber creído en su indulgentísima bondad. Para ti no hubo ni habrá jamás perdón; para nosotros siempre; basta que no lo rechacemos tenazmente, consciente-mente, hasta el último instante. Él, antes de dejar un alma en tus manos, usa todos los recursos de su amor, que son infinitos. ¡Todo esto lo sabes, lo experimentas en todo momento y la omnipotencia de este amor gratuito y redentor que Él tiene por nosotros es el infierno de tu infierno!".
“Eres el abogado de una causa muy mal presentada. Tú dices que él es omnisciente, mira dónde llega su perfidia, su cínica crueldad... sabe que muchos de vosotros seréis míos, lo prevé, sin embargo los crea, ¿Por qué los crea?, ¿para quién? ¡Para mí! "
“He aquí otra artimaña con la que buscas embaucar a las almas. Me basta creer firmemente en el Amor para rechazar estas insinuaciones. Dios nos ha creado por Amor. Nuestro destino es el de Vivir el Amor en Dios ocupando los puestos de los que tú y los tuyos habéis sido arrojados. Para eso nos ha redimido y nos ofrece todos los medios para alcanzar su redención. Sin embargo Dios respeta siempre nuestra libertad, por eso no coarta a nadie para que acepte su salvación... Pero en sus manos dispone, con su Bondad, inimaginables caminos para inducir también a las almas rebeldes a la dócil aceptación de su Gracia".
"Ahora eres tú quien estás filosofando”.
"Déjame decir: El don de la libertad confiere al hombre un valor y una dignidad inviolables, tal es, que si alguno abusara de ellos... Dios ha querido antes correr el riesgo de dejarlo libre y aunque voluntariamente quisiera perderse, Él nunca le privaría de su libertad. Es el hombre el que no quiere dar a Dios su amor, no es que sea Dios el que no quiera Amar al hombre, como tú quieres presentar. Dios es puro Amor en todos sus actos, si no, no sería Dios.
* * *
“¡Tú no quieres responder a mi objeción!...”
“¡Eres tú quien no quiere comprender! La libertad la Misericordia, el sufrimiento, especialmente la muerte de su Hijo, la comunión de los Santos, su Gloria eterna son tales bienes que justifican por sí mismos el permitir la posibilidad de la perdida voluntaria y obstinada de algunos malvados que libremente decidan meterse y colocarse en tu bando”.
“Tú deliras y no me dejas hablar… Has dicho que Él ha preferido correr el riesgo de la perdida... “.
"Sí, lo he dicho. Pero Él ha hecho todo lo que era posible para atenuar, para alejar ese riesgo. Él podía, es verdad, recurrir a su Omnipotencia eliminando además el argumento de tal riesgo. Pero Dios no se comporta como vuestros tiranos, que cuando no pueden doblegar una voluntad, la matan. Él no es el Dios de muertos, sino de Vivos. Él no ha querido privar a los obstinados de su libertad de elección. Ha tenido hacia ellos un respeto infinito. Pero, repito, para impedir la trágica posibilidad de su ruina, ha hecho todo lo que Divinamente era posible".
"Te comportas en tus delirios corno un viejo escolástico...”
“¡Acepto! desde el momento en que Dios nos ha amado hasta el punto de darnos la Sangre y la Vida de su Hijo, no hay objeción alguna posible contra la inmensidad y la universalidad de su Amor. Es verdad que al mismo tiempo en que nos hacía tan gran don, veía a aquellos que habrían rechazado Su salvación. Y sin embargo los creó igualmente; obró en su Omnipotencia operando la Creación, conociendo aquella parte de los que, a pesar de su Amor, le rechazarían obstinada y voluntariamente. ¡Misterio adorable! Sin embargo, te baste saber a ti, misterio de iniquidad, que si no hubieras vertido sobre la humanidad las cataratas del mal y del pecado, nosotros los hombres no habríamos podido ser capaces de conocer hasta qué punto nos ama Dios. La Iglesia - repito - paradójicamente nos hace cantar: "¡Oh feliz culpa la de Adán!"
“Y aún así me ganaré a la mayor parte de las criaturas tan amorosamente redimidas por Él”.
“¿La mayor parte? ¡mientes! La sangre de Cristo tiene tal eficacia Salvadora que tu no puedes ni podrás lanzar desafío semejante al Amor de Dios. Esta sangre ha sido esparcida sobre todos los hijos de Adán, sin exceptuara ninguno. Ella tiene el poder de llegar, por caminos misteriosos, a todas las almas creadas. Dios -repito - te deja sólo aquellos que voluntariamente han escogido estar contigo. Es para tu mayor castigo. Porque su compañía no atenúa, sino que aumenta inmensamente el peso de tu condena. ¡Para toda la eternidad!".
Desde entonces mi interlocutor - durante bastante tiempo - no se hizo vivo.
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